lunes, 8 de diciembre de 2014

Sobre sostener algo falso, sus formas y sus consecuencias.

Los dos principales motivos por los que alguien sostendría algo falso son: 1) Por desconocimiento, y 2) por ser esta su intención, naturalmente, este caso supone conocimiento de que lo que se sostiene es falso.

Así, hay dos formas generales para decir falsedad, la primera sería "decir algo estando equivocado" y la segunda, sería "mentir".

Ciñéndonos exclusivamente al análisis de un discurso, no podemos tener constancia de los estados mentales de las personas cuando sostienen algo falso, es decir, no sabemos si sostienen algo con falsedad porque les falta información o si de hecho cuentan con la información atinente al caso y dicen falsedad de manera intencionada: A partir sólo del discurso, no podemos distinguir entre alguien que se equivoca y alguien que miente.

Sin embargo, existen elementos observables en las prácticas argumentativas de las personas, los cuales podrían darnos indicios sobre quiénes sostuvieron algo falso en ignorancia y quiénes mentían al hacerlo: Su actitud ante la evidencia.


Tomemos por ejemplo el recurrente juicio falso -y del que hablamos semanas atrás- "La policía no puede entrar a los campus, pues ello violaría la autonomía universitaria". La actitud que se espera de alguien cuando se le presenta la información que evidencia como falso el juicio que sostiene -a saber, en este caso, la ley orgánica de la Universidad- es que rectifique su postura, que cambie de opinión.

Puedo pensar en dos razones por las que alguien se aferraría a sostener una postura falsa aún a la luz de la evidencia: a) Porque algún tipo de enajenación o insolvencia cognitiva (digamos, contar con recursos cognitivos o epistémicos insuficientes para completar una tarea) de hecho le impide apreciar la relevancia de la evidencia que se le presenta,  y b) porque desde el inicio, sabe que sostiene algo que es falso.

En cualquiera de los dos casos, es decir, ya sea por insolvencia cognitiva o por deshonestidad, las personas que no tienen disposición a rectificar ante evidencia que falsa su postura a menudo han previsto un complejo entramado de argucias, falacias, mentiras y recursos erísticos para sostenerla -o cuentan con habilidad para generarlos por encontrarse éstos entre sus hábitos argumentativos-, la razón de lo anterior es sencilla : El único modo de sostener una mentira es valiéndose de más mentiras o recursos falaces.

Regresando a nuestro ejemplo, insistir en que la autonomía no es extraterritorialidad no atiende a un interés por invocar a los cuerpos policiales -que son de la confianza de pocos- ni a justificar sus abusos y procedimientos erróneos, sino que resulta relevante cuando menos por los siguientes dos factores: 1) Desde un punto de vista argumentativo, decir que la autonomía es extraterritorialidad es decir algo falso, y dado que el único modo de sostener algo falso es valiéndose de argumentación falaz o de más información falsa, es una creencia que debe ser rectificada. 2) Lo anterior pudiera parecer trivial, mas no lo es, pues las prácticas argumentativas tienen consecuencias ostensibles: Los catorce años de ocupación del Auditorio Justo Sierra es una muestra fehaciente de ello, y es además una muestra directamente relacionada con nuestro ejemplo. Según me parece, podemos encontrar esta misma estructura en un buen número de los atropellos que padecemos en lo cotidiano, por mi parte concluyo que no es poca cosa vivir con las consecuencias de la impunidad argumentativa.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Mas si osare un elemento policial 3.0 (o "De qué se trata la autonomía")


Con motivo de la marcha de hoy a las 12:00 tenemos una publicación especial, publicada originalmente aquí.






Muy buena iniciativa, muchachos, ya antes recordamos los antecedentes históricos de la autonomía universitaria; cabe ahora recordar la ley orgánica vigente para tener bien presentes los tres aspectos en que consiste la autonomía universitaria:

1) Académico. Se contempla la libertad de cátedra, la atribución a otorgar validez a estudios que se realicen en otros establecimientos, formulación libre de planes y programas de investigación y designación libre de su personal académico.

2) Gobierno. Puede organizarse de manera libre como mejor lo estime, siempre y cuando atienda a la Ley, de tal manera que se deben indicar las autoridades, pero otorgando libertad para su integración.

3) Financiero. Está facultada para formular un presupuesto y administrar libremente su patrimonio. El Estado está obligado a contribuir con un subsidio.

Aprovechemos para insistir, por si alguien -ya sea en los mediosen la academia, o incluso de entre las autoridades- no se ha enterado, en que las instalaciones universitarias no cuentan con extraterritorialidad, éstas se rigen por iguales normas que el resto del país, no funcionan como una embajada, consulado o república independiente.

Si hace falta mencionar casos en los que la autonomía es violentada, podemos citar: 

1) los paros que -so pretexto de buenas causas- interrumpen la actividad académica de forma arbitraria -y sobre todo innecesaria-. 

2) La ocupación del Auditorio Justo Sierra, distendida ya por 14 años que margina a la comunidad del uso del inmueble, sirviendo a fines ajenos a ésta. 

3) Las conductas erráticas de elementos policiales, no porque no puedan entrar en territorio universitario sino por su impericia e ineptitud, que en conjunción con la indolencia de la autoridad universitaria -distendida también por 14 años- derivó en los lamentables acontecimientos del sábado 15 de noviembre de 2014.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Falso dilema (o "Sí podemos tener clases y solidarizarnos con Ayotzinapa")

Decimos de dos hechos que es imposible se den al mismo tiempo cuando el darse uno excluye la posibilidad de darse el otro, e.g. "es imposible que una mesa sea cuadrada y a la vez redonda"; la falacia de falso dilema pretende hacer pasar como lógicamente incompatibles dos hechos que en realidad son compatibles e.g. "una mesa no puede a la vez ser cuadrada y café".

Para una muy célebre ocurrencia de esta falacia podemos citar a George W. Bush:

"O estás con nosotros, o estás con los terroristas"
En días pasados hemos observado un distendido uso de la falacia de falso dilema cuando se nos plantean como excluyentes dos hechos que en realidad no lo son: "O tenemos clases, o apoyamos a Ayotzinapa", o en los términos explícitamente enunciados en un discurso de estudiantes normalistas a estudiantes de la Facultad de Veterinaria de la UNAM, "o eres academicista o eres político".

Las consecuencias de aceptar tal planteamiento son altamente indeseables, serían cosas como: "Si eres academicista y te opones a los paros, entonces no te preocupa la situación que está ocurriendo en Guerrero, ni te preocupa la violación a los derechos humanos, ni las reformas estructurales del ‘copetón’"

Tal implicación es falsa, como es falsa la oposición entre tener clases y apoyar la causa de Ayotzinapa.

Incuestionable la importancia de todo movimiento que busque una mejora social, pero la participación con éste o cualquier otro sólo implica un redoble de esfuerzo por parte de la comunidad universitaria para tomar parte al tiempo que cumple con sus obligaciones.

El gobierno nos ha defraudado, pero en forma alguna es solución dejar de cumplir con nuestros estudios, éstos no son sólo un privilegio sino que entrañan además un deber: defraudar a las miles de personas que hacen posible la realidad de la Universidad no es un factor que ayude para la causa de Ayotzinapa -ni ninguna otra- y sí se trata de una medida cuyos principales afectados son los estudiantes.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Mas si osare un elemento policial 2.0 (La policía sí puede entrar a la UNAM)

A continuación una reversión (copy/paste salvo por las primeras líneas y un post scriptum) de un texto que recién publiqué en otro sitio.

Resta insistir en que no se trata de una apología por los cuerpos policiales, ni un llamado a que estos entren en nuestras vidas a sus anchas, sencillamente se trata aquí de decir que la desconfianza que tengamos en ellos no es motivo para divulgar la mentira de que la policía no puede entrar a los campus universitarios, como lo asevera el profe en este video:



"Es territorio autónomo esto"

Verá, profe, los alcances actuales de la Autonomía Universitaria atienden a una historia causal que se remonta a las Leyes Orgánicas de 1929, 1933, 1944, actualmente se refiere a tres aspectos que describiremos sucintamente:

1) Autonomía académica: La universidad puede nombrar y remover a su personal académico, seleccionar a sus alumnos y elaborar sus planes de estudios, así como expedir certificados de estudios (a diferencia del resto de las instituciones educativas nacionales, que dependen de la SEP).

2) Gobierno interno: La universidad puede nombrar y remover funcionarios, personal administrativo y establecer las normas que rigen a éstos.

3) Autonomía financiera: La universidad dispone libremente de su patrimonio y puede distribuirlo internamente como mejor lo considere.

La idea de extraterritorialidad, concepto jurídico que se ajustaría a la idea errónea de que los cuerpos policiales no pueden entrar a la Universidad, excede por mucho las atribuciones de la autonomía universitaria, se trata de un mito contemporáneo muy distendido debido fundamentalmente a la falta de información. 

Recordando a Barros Sierra*: 

“la autonomía no equivale a una sustracción de las Leyes del orden común ni a impunidad contra los actos delictuosos cometidos por universitarios dentro o fuera de sus recintos”

Así, “Todo aquel que sea policía y entre en territorio universitario estará violando la autonomía” es un juicio falso. 

No se entienda que pretendo sostener como verdadero el juicio contrario: “Ningún policía que entre en territorio universitario estará violando la autonomía.”, pues -en efecto- es posible que un policía viole la autonomía. 

¿Qué tendría que hacer un policía -o cualquier otra persona- para violar la autonomía universitaria? Simple: imponernos planes de estudios, violentar nuestros mecanismos de gobierno interno, o alterar nuestra administración financiera, regresando a Barros Sierra: 

“existe violación de la autonomía cuando el Estado coarte la independencia académica, o impida que ésta se rija internamente, (...) también hay violación cuando un partido político o una corporación privada interviene en la Universidad alterándola y dificultando el cumplimiento de sus fines.”

Así, todo aquel que cumpla con alguno de los tres requisitos precedentes, o una combinación de ellos, estará violando la autonomía universitaria, trate o no de un policía, e ingrese a territorio universitario o no.

Cito finalmente el comunicado del Consejo Universitario del 26 de Octubre de 1972: 

“Autonomía no significa fuero ni extraterritorialidad. Autonomía es el derecho que otorga la Ley a la Universidad para designar a sus autoridades, establecer sus planes y programas de trabajo, distribuir sus recursos económicos y organizarse sobre la base del respeto a la libertad de cátedra, de Investigación y de difusión de la cultura.”


p.s ¿Saben qué otra cosa sí viola la autonomía universitaria? Que alguien distinto de los órganos de gobierno de la universidad decida que hay un paro (y de si fue democrática la decisión ni hablamos).




*pueden cotejarse las citas en este artículo de Jorge Pinto, cortesía del Instituto de Investigaciones Jurídicas.

jueves, 23 de octubre de 2014

Miscelánea de falacias

Repasaremos a continuación cinco muestras de argumentación falaz tomadas de discusiones de gran relevancia en días recientes (El reglamento interno del IPN, el caso Ayotzinapa y los paros en distintas instituciones presuntamente en solidaridad con los dos anteriores). Independientemente de la postura que se tenga con respecto a cada uno de ellos, es preciso poner un escrutinio severo con respecto a las evidencias que consideramos al creer o descreer algo, así como en la validez de los argumentos detrás de el establecimiento de dichas creencias, especialmente cuando esgrimimos argumentos por causas que consideramos justas.

1) Me referiré a la visita que -en su primera semana de paro- hicieron estudiantes del IPN a nuestro salón en FFyL, UNAM (este es un testimonio personal). En aquella ocasión, luego de hablarnos brevemente sobre de los detalles que les preocupaban con respecto al nuevo plan de estudios nos dijeron razones por las cuales -pensaban- debíamos solidarizarnos con ellos, entre éstas:

"Esto es una escalada, si ahorita le toca al IPN el año que entra puede tocarle a la UNAM"

Lo anterior se llama falacia de apelación al temor, su carácter falaz yace en el hecho de que se privilegia el llamado a la solidaridad previendo una situación adversa en el futuro antes que una buena exposición de los motivos por los cuales como instituciones o como ciudadanos debiéramos preocuparnos por la situación del IPN.

La situación preocupa, especialmente cuando está próximo a cumplirse un mes de paro, sin reportarse beneficio alguno de éste para los estudiantes y no resultando claro cuándo se levantará o qué condiciones tomará que sea así.

2) Días después tomó auge la noticia en torno a los incidentes violentos -e injustificables- en Ayotzinapa, aún hoy día con respecto a la pregunta ¿cuál fue la razón de lo que sucedió?

Insisto, los hechos son injustificables, y aunque son complejos, sucede algo argumentativamente indeseable: una pregunta simple como "¿cuál es la causa eficiente de los hechos?" que se contesta simplemente como "estaban boteando, 'tomaron prestados' autobuses y fueron baleados", se contesta en contraste con cosas más bien vagas, o cuando menos imprecisas en tanto que no consignan la causa eficiente de los sucesos, aún cuando hay información disponible al respecto.

En ese sentido, "porque el estado quiere que seamos ignorantes y ellos promovían un modelo diferente de educación" no es una respuesta satisfactoria por la pregunta respecto a la causa eficiente.

De nuevo, nada justifica los horrendos actos acontecidos después; lo que sí sucede con una respuesta vaga es que nos queda un argumento trunco, oscuro, con una causa falsa como motor de los hechos. Ello compromete el argumento, lo vicia, así como las posteriores posturas derivadas de éste.


3)  La semana pasada hubo un paro de 48 horas en varias de las dependencias de la UNAM, luego de éste se presentó la siguiente situación:


La sola contigüidad de dos hechos puede bastar para que erróneamente pensemos que uno es causa del otro, se trata de otro caso de causa falsa, pues aunque en la nota se mencionan los paros, se mencionan también muchas otras cosas (por ejemplo, se da por hecho la réplica de los paros por 48 horas para miércoles y jueves de esta semana).

4) En el marco de la temporada asamblearia se observa recurrentemente un falso dilema con esta estructura:


Es decir, "o me solidarizo o tengo clases", la distensión es llanamente innecesaria, no hay un nexo entre las acciones de solidaridad y la suspensión de labores, ni mucho menos con las pintas en las instalaciones: perfectamente puede tenerse lo uno sin lo otro.

Esta última viñeta sintetiza bien el asunto: "#TodosSomosPolitécnico, aunque no sepamos bien los detalles en torno al reglamento, #TodosSomosAyotzi, aunque no todos podamos dar cuenta de qué sucedió, creemos que un paro pone los ojos del mundo sobre estos asuntos y quienes crean lo contrario están en contra de nosotros, del Poli y de Ayotzi."

5) "¿Cómo pueden indignarte más dos -o cuatro- días de clases que 43 desaparecidos?"

Es un planteamiento con un impacto retórico, además de ser falaz: es falaz por la falsa disyunción entre estar indignado por los 43 desaparecidos y desear tener clases; su impacto retórico sugiere que dicha distensión entraña una suerte de falla moral. De resultar admisible tal disyuntiva y tal juicio moral yo diría "¿cómo pueden indignarte más 43 normalistas desaparecidos que 138 jóvenes mujeres que van en el Estado de México en este mismo año?"
Evidentemente estaría diciendo algo ridículo, puedes indignarte por una cosa, la otra o las dos, y no me toca a mi decir por qué debe alguien más indignarse o no.

Corolario

No puede concluirse algo de una miscelánea de falacias, y es tal vez ese mi punto: promover iniciativas o paros con base en malos argumentos no sólo es dudoso, es además ofensivo, se trata de un abuso más, irónicamente cometido por quienes claman defender la justicia.

No cabe aquí conjeturar más al respecto, me parece que los argumentos se han presentado y toca al lector sopesar lo que ha leído.

domingo, 13 de abril de 2014

Para quienes no aceptan un "no" por respuesta —es decir, para las mulas tercas.

Puntuales como campana de catedral, en días recientes arrancaron las marchas primaverales de "excluidos" de la educación superior, una vez que se publicaron los resultados del primer concurso de selección UNAM del año. Y para celebrar como corresponde esta incipiente tradición política, me voy a permitir dedicarle una entrada de este blog al enmascarado MAES.
... con el rostro tapado y un ideal desacreditado en la frente.
Como punto de partida de mi análisis, desinformado y reaccionario como de costumbre, reproduzco a continuación el primer párrafo del comunicado titulado "Primera movilización MAES 2014" , publicado por "Atzelbi Libertad" —nom de plume de Atzelbi Hernández—:
A principios de marzo, más de 135 mil jóvenes presentamos el examen de selección para el ingreso a la licenciatura de la UNAM; todos, confiados en nuestra preparación, esperamos ansiosos los resultados. El próximo 9 de abril, más de 124 mil descubriremos que no fuimos aceptados, pues la universidad sólo tiene espacio para recibir a menos del 10%.
Atzelbi, otra activista con un impecable sentido de la moda revolucionaria.
Aunque hay varios puntos dignos de analizar en este muy bien logrado ejercicio retórico como, por ejemplo, ese insidioso "confiados" que dice, pero no, que todos los estudiantes saben que saben mucho, o que, en todo caso, saben hasta donde se puede aprender en nuestras escuelas —y si no es suficiente, pos no es por su culpa—, me voy a centrar en ese ominoso "descubriremos" que anuncia, fatídico, el triste final de las esperanzas de "más de 124 mil" soñadores.
Indudablemente, lo primero que llama la atención del enunciado en cuestión es su muy logrado patetismo; sin embargo, tal vez resulte un poco más difícil percibir que, más allá de intentar conmover a los lectores, el verdadero propósito de Atzelbi es el de distraer su atención e impedir que reparen en algo que, a primera vista, podría parecer un mero detalle, pero que es, en realidad, una falla capital del alegato reivindicatorio de los "excluidos", tanto desde el punto de vista lógico como ético.
Y ese algo al que me refiero es lo siguiente: que todos los participantes, rechazados o aceptados por igual, supieron —y, por tanto, aquí no cabe ningún descubrimiento súbito ni sorpresa sobrecogedora—, desde el momento en que se inscribieron al examen y, lo más seguro, desde antes, que alrededor del 90 porciento de los concursantes se quedaría sin lugar, simple y sencillamente porque la capacidad de la UNAM en sus distintas licenciaturas no es un secreto de estado ni mucho menos. En otras palabras, sabían lo que cualquiera que participa en un concurso —desde la lotería y La Academia a los premios Nobel— y en un proceso de selección —como puede ser la conformación de un jurado o del equipo de futbol mundialista mexicano— sabe: que, con cada sitio vacante que se ocupa, un individuo está privando de lugar a muchos otros.
Repito: cada concursante sabía de antemano que, de tener éxito, estaría dejando sin carrera —al menos, por un ciclo lectivo— a uno o varios estudiantes como él. ¿Hubo algún participante que expresara su indignación ante tal "injusticia"? Que yo sepa, no.
Cosas que se vienen diciendo desde hace dos milenos, por lo menos.
Ahora bien, hay una excelente razón por la que, llegados a este punto, personas como Hernández generalmente intentan pasar de inmediato a las denuncias, los llamados y las consignas, y es que ellos saben tan bien como cualquiera que cuando una persona toma parte en un proceso que desaprueba, su participación valida tanto el acto como sus resultados, y pierde el derecho a inconformarse.
Se trata de una cuestión de justicia —y lógica— básica y su consecuencia principal me parece obvia: ninguna persona que piense como Atzelbi puede participar en un concurso de selección como el de la UNAM, en particular, porque puede ocurrir que sea aceptada, en cuyo caso caería en la flagrante contradicción de desaprobar lo que perciben como injusticia —la inevitable existencia de rechazados— al tiempo que se benefician del mismo procedimiento que supuestamente crea dicha injusticia —es decir, la selección que los ha favorecido. Es una o la otra: o me uno a la lucha por un mundo sin "excluidos" y le declaro el boicot a todos los procesos de selección que existan —por la sencilla razón de que todos avalan el "rechazo"—, o acepto las reglas del juego, tomo parte y respeto los resultados.
Siguiendo con el tema bíblico.
Por último, cabe insistir en que el mal uso de esa palabrita de "excluidos" se origina en una confusión —que puede ser accidental o no— entre lo que actúa a priori —el derecho fundamental— y lo que lo hace a posteriori —la aplicación de un estándar—: en México, la educación, de todo tipo, es un derecho porque se da por sentado que a nadie se le puede negar de manera arbitraria. Sin embargo, esto no implica que uno no pueda ser rechazado, con toda justicia, por falta de capacidad —mental o de matrícula—, previa aplicación de un examen. De hecho, la participación de todos esos jovencitos del MAES en un concurso es prueba suficiente de que no hay entre ellos un solo excluido, al menos no en el sentido en el que lo quiere manejar su lidereza.
Que estos muchachitos necesitan educación --sobre todo, elemental--, eso nadie lo puede negar.