domingo, 31 de julio de 2011

Derechos sin ley es fuerza sin principios

Partiendo del discurso de la okupa, por una parte, y de los incontables petitorios del asambleísmo local, por la otra, una cosa que me queda clara es que todos los "colectivos" afiliados a estos movimientos proponen que, una vez que un individuo es aceptado como alumno de la UNAM, dicha institución está obligada a garantizarle al estudiante el goce de un nutrido número de "derechos".

"Educación gratuita", por ejemplo, es el nombre de uno de ellos; pero hay muchos más, como el "derecho" a tener acceso a un "comedor subsidiado" (operado -no entiendo muy bien por qué causa- por personal sindicalizado, exclusivamente), a contar con el servicio de una biblioteca de primera y la posibilidad de sacar copias baratísimas.

A decir verdad, yo también soy de la opinión de que hay cosas que la UNAM está obligada a darle a sus estudiantes; específicamente, instalaciones y servicios absolutamente indispensables para que se lleven a cabo, en las mejores circunstancias posibles, las labores académicas que son la razón de la existencia de una institución como la nuestra.

Por supuesto, también me queda claro que hay una gran diferencia entre lo que yo considero esencial y lo que exigen personas como las integrantes de la "asambleaffyl"; sin embargo, lo que quiero que entiendan esas personas es que, a la hora de luchar por los derechos de cada quien, no hay ninguna razón que ampare esa idea que tienen de ser lo únicos justificados para demandar o sentirse agraviados. Ninguna razón en absoluto, permítaseme recalcar; si es que pretendemos sostener el principio de que, en este país, no debe haber ciudadanos con privilegios políticos o jurídicos.

Y sucede que yo, igual que ellos, tengo una demanda institucional, tan urgente y argumentable como cualquiera que ellos puedan presentar: lo que yo exijo, como miembro activo de la comunidad de la Facultad de Filosofía y Letras, es que la UNAM recupere el control de todos y cada uno de los espacios ilegalmente enajenados dentro de sus instalaciones.

Yo, como cualquier otro universitario, tengo derecho a reclamar que se respete, y se haga respetar, el carácter público de las instalaciones universitarias, entendido desde el punto de vista estrictamente jurídico. Así mismo, tengo derecho a exigir que se desestime, por improcedente, cualquier consideración ideológica; pues es evidente que la administración de los recursos públicos que conforman la totalidad del patrimonio universitario es competencia exclusiva de los órganos legalmente constituidos para tal efecto.

Por supuesto, yo no le niego a nadie ni el derecho a sostener una opinión contraria a la mía, ni a proceder legalmente para imponer su interpretación de los reglamentos; y aquí es donde salta a la vista una de las principales diferencias entre nosotros: ellos sí están dispuestos a coartar la libertad de todos los que no comulgamos con sus ideas. En primer lugar, despojándonos, por la fuerza, de las instalaciones en cuestión; y, después, arrogándose una representatividad espuria, basada en la caprichosa fabricación de "órganos" (como la mentada "asableaffyl") de nula legitimidad y muy cuestionable -por decir lo menos- respetabilidad.

Por último, quiero hacer mención de otra demanda nuestra que jamás ha sido contemplada por los apólogos de la enajenación: el derecho de todo estudiante universitario a recibir una formación profesional de la más alta calidad. Y la razón de que este objetivo no entre en sus consideración estratégicas es muy simple: que tiene que ver con demandas -como el aumento del salario de los profesores, o la asignación de plazas a través de mecanismos transparentes y auténticamente académicos- que nada tienen que ver con la preservación de sus privilegios.

El asunto, creo yo, es en realidad muy simple: cuando se pretende discutir derechos fuera del marco de las leyes, lo único que puede esperarse es que sea la fuerza bruta el "argumento" que acabará por decidir el debate. Y esto es algo que la okupa jamás va a reconocer; pero bien que lo sabe.

jueves, 28 de julio de 2011

Bienvenida a la Facultad de Filosofía y Letras: UNAM Generación 2012

El nuevo ciclo escolar comenzará muy pronto en la Universidad Nacional. En Filosofía y Letras comenzamos con un estreno: el del Edificio Adolfo Sánchez Vázquez, el anexo de la Facultad que aún no he podido visitar, pero que entrará en funciones para satisfacer la alta demanda de espacio que exige el elevado número de miembros de la comunidad de Filosofía y Letras.

El nuevo edificio que toma el nombre del recién fallecido profesor emérito se hizo necesario con el paso de los años debido al incremento de la matrícula estudiantil en una Facultad cuyas instalaciones con más de 50 años de antigüedad ya no son suficientes.

A propósito de ello, nuestra Facultad se caracteriza por mantener un espacio de una enorme extensión en manos de algunos grupos y colectivos ajenos a la Universidad. El espacio en cuestión es el Auditorio Justo Sierra, conocido popularmente con el nombre "Che Guevara". El auditorio sigue siendo, en teoría, el más grande del campus. Sin embargo este mes de septiembre cumplirá 11 años de no estar al servicio de la comunidad.



Por supuesto, sus ocupantes dirán que sus puertas están abiertas a todo el mundo. A lo que me refiero con que ya no presta sus servicios a la comunidad es que, a diferencia de lo que ustedes podrán constatar con sus conocidos que estudian en Ingeniería, Medicina, Arquitectura, Ciencias, u otras facultades, nuestro Auditorio no tiene una oferta cultural dependiente de Difusión Cultural UNAM o académica coordinada por la Secretaría de Extensión Académica de Filosofía y Letras; sino sólo los proyectos que organizan sus actuales dueños.

Por supuesto que esto no parece muy grave, pues los esporádicos talleres, las defectuosas proyecciones de cine por sólo $5 y el comedor vegetariano de los ocupantes del Che, como todo buen negocio, abre las puertas a sus clientes.

Así que, nuevo estudiante de Filosofía y Letras, no esperes escuchar buenos conciertos en tu nueva facultad, pero no te preocupes, los hay en Ingeniería y en Química. No esperes grandes puestas teatrales, pues los compañeros de la licenciatura en Literatura Dramática y Teatro no pueden invitar a mucha gente a sus pequeños teatros-aula, por la carencia de un gran escenario, pero no te preocupes quizás alcances a entrar a una atiborrada pequeña sala en alguna ocasión, o tal vez te animes a visitar el bello teatro de la Facultad de Arquitectura. No esperes proyecciones cinematográficas en una enorme sala de cine como las que antaño existieron y de las que quizás te hayan hablado tus padres, al menos no en la facultad. Pero no te preocupes, nuestro Cineclub Manuel González Casanova se las arregla para conseguir las salas A y B y el Salón de Actos, no tan espectaculares como una sala real de cine, pero algo es mejor que nada. O también puedes usar dos rutas de Puma-Bus o una taxi para ir a los cines del Centro Cultural Universitario.

Si esperas acudir a una conferencia magistral de alguno de nuestros eméritos, o de alguna figura reconocida en el mundo de las humanidades como las que ya nos han visitado en varias ocasiones, tendrás que estar dispuesto a llegar con mucha anticipación al Aula Magna que con todo y ser magna, se quedaría muy corta para figuras a las que mejor se opta por llevar a auditorios de mayor capacidad, como la última vez que Saramago, por poner un ejemplo, visitó la UNAM.

Pero no te preocupes, la ausencia de las instalaciones del auditorio y aledañas pueden suplirse o pasarse por alto, como ha sido durante los últimos 10 años, oferta cultural hay en otras facultades y Filosofía y Letras ya cuenta con un anexo.

Si sientes curiosidad por lo que alguna vez fue el auditorio Justo Sierra puedes preguntar a tus profesores sobre lo que se hacía allí. Pues somos muchas generaciones que lo hemos conocido tal y como está hoy: en coma.

sábado, 2 de julio de 2011

Restless Farewell

No nos dieron siquiera tiempo para despedirnos del querido y habitual punto de reunión, quienes se "okuparon" de que nos clausuraran el chiringuito facebookero; ni menos, claro está, chance de recoger los triques, apuntar algunos teléfonos (con pluma y en la palma de la mano, clásico) y dejar pegada con Diurex la cartulina de rigor -"Chavos: nos vemos mañana en los alambres. Avísenle a la flaca"-.
Por supuesto, son chingaderas. Por supuesto; pero, no se crean, queridos censores, que les voy a echar en cara ni la mitad de las mariconadas que han hecho. Si la mezquindad de su infantil criterio les impide entender las reglas elementales con que se defiende una idea y se rebate la crítica, yo no tengo ganas ni paciencia para intentar explicárselas.
Más temprano que tarde, en el mismo espacio, o en cualquier otro, montaremos de nuevo nuestro tinglado. Y si sucede que la gente vuelve a prestar atención a nuestros señalamientos, quizás hasta podremos decir que salimos ganando.
Sin embargo, en cuanto a nivel de relevancia, ese "salir ganando" es algo totalmente secundario; pues, al menos para mí, y en vista de la obvia diferencia de poder político y de recursos entre ustedes y nosotros, lo importante es contribuir a levantar y mantener una red de canales de comunicación al servicio de la crítica pensante, antidogmática, y que de verdad se pueda llamar "universitaria", sin demagogia ni pose.
Supongo que están esperando que les discuta su "gol"; pero yo tampoco tengo la intención de hacerlo: me queda claro que se marcaron su "tanto", pues lo que se ve no se juzga, como dice el dicho. Aún así, yo no creo que tengan mucho qué celebrar, habida cuenta que el face de Auditorio Justo Sierra, con todo y sus mil y pico de "amigos", nunca fue más que una pequeña parte de esa red de la que he hablado, y a cualquiera que haya seguido la actividad de nuestra extinta cuenta, le queda claro que no son escasos los blogs, las columnas periodísticas y otros sitios electrónicos donde se analiza y comenta, cotidianamente, la nociva actividad de la seudoizquierda universitaria.
Y esos espacios -como este blog desde donde ahora escribo- no se han ido a ningún lado, ni se han visto perturbados, en lo más mínimo, por la desaparición de nuestro face.
No voy a ocultar -ni veo por qué habría de hacerlo- que a mí sí me ha dolido, y mucho, la puñalada trapera que nos han asestado, por todos los esfuerzos que se han perdido, sí, pero todavía más porque lo ocurrido me demuestra que cada vez hay menos puntos de contacto entre quienes creemos que la razón es la mejor herramienta para hacer frente a los inevitables problemas y conflictos de la realidad, y quienes creen que el "progreso" es un valor tan absoluto que se vale imponerlo a punta de fregadazos y a base de vergonzosos pactos en lo oscurito.
En este mundo en el que lo que impera es la mutabilidad, que una iniciativa llegue a su final no es nada extraño, y ése es mi pequeño anti-consuelo; al fin y cabo, para allá vamos todos y todo -nomás vean lo que le pasó a la "revolución permanente"-.
"Con el tiempo y un ganchito" -que diría Pedro Infante-, volverá, tal vez, nuestro andante "Auditorio" a sus virtuales caballerías. Ahora que, por otro lado, tal vez los paladines del progreso y la paz con justicia social confirmarán mañana, con nuestro silencio, si no la justeza de sus argumentos, al menos, la eficacia de sus artimañas.
Pero eso todavía está por verse... Y yo no les aconsejaría ser tan confiados.