jueves, 27 de enero de 2011

Okupas funcionales

Un analfabeta es alguien que no sabe leer ni escribir. Se dice "analfabeta funcional" de una persona que aunque sabe pronunciar y decodificar las palabras escritas, no es capaz de comprenderlas.
Hace algunos meses se popularizó el uso del término "niní" que designa a las personas que "ni estudian, ni trabajan". Hubo incluso una polémica en torno a cuál era el número real de "ninís" en el país. No sé cuál fue el veredicto (ni qué utilidad tendría conocer ese dato), pero me hizo pensar en un problema más complejo: ¿Cuántos"ninís funcionales" hay en el país? Naturalmente, quienes en efecto estudien o trabajen, o ambas están excluídos del conjunto de los ninís funcionales. También quedarían excluídos aquellos que trabajan en serio y tienen que estudiar a medias, o los que estudian y tienen que medio trabajar, pues de hecho cumplir con alguna de las dos funciones hace imposible que se les denomine ninís. Niní funcional será entonces sólo aquel que esté matriculado en una escuela y forme parte de la nómina de alguna institución, pero se las arregle para capotear tanto sus deberes académicos como los laborales. En la Universidad se llega a conocer un buen número de ninís funcionales.

Así como tenemos "okupas" (Individuos que -usando como pretexto algún activismo de moda- explotan las instalaciones universitarias sin reportar beneficio alguno para con alguien más que sí mismos), en la Universidad tenemos la figura del "okupa funcional": Alguien que hace uso de un espacio, ya sea académico o laboral, agotando sus recursos, sin reportar ningún bien a la UNAM.

Entre ninís y okupas funcionales todavía cabe otra distinción: Los que lo son por elección y los que no.

Es muy probable que el niní funcional no sepa que lo es, lo mismo que el okupa funcional podría considerar que sí hace un bien a la Universidad; es posible que el niní funcional como el okupa funcional no encuentren nada de reprobable en simular que cumplen con sus funciones, existe toda una tradición que respalda ese modo de proceder en nuestra sociedad.

Asímismo, es posible que el okupa crea que su activismo es un modo de hacer un cambio significativo en el país, o bien, que sepa que no lo es y no le importe anteponer sus necesidades de vivienda a los intereses de una comunidad universitaria.

Okupas y okupas funcionales pueden ser igualmente nocivos para la Universidad -y el país-, y lo serán tanto como la comunidad se los permita. La diferencia importante es que tanto al niní funcional como al okupa funcional se les puede exigir rendimiento de cuentas: Cumple o no cumple con su función como trabajador, como administrativo, como docente, como estudiante... Si resulta que no cumple debiera liberar el espacio que está ocupando para que pudiera ser utilizado por alguien que sí quiera trabajar.
A los okupas simples no se les puede pedir ni la hora.

Otras voces respecto al Auditorio Justo Sierra

Desde su fundación, este blog ha dispuesto enlaces a los sitios de simpatizanes de la causa Okupa con el objetivo de que nuestros visitantes puedan conocer de primera mano su mensaje y emitan su propio juicio al respecto.
Con el fin de reducir la saturación visual de nuestro blog, en esta entrada consignamos enlaces a los sitios Okupa, pro okupa, pro huelga, AntiUNAM, asambleas y demás relativos al tema que nos concierne.
Si usted considera que en el listado falta uno o varios sitios, deje un comentario y a la brevedad actualizaremos la entrada incluyendo su colaboración.

Auditorio Che Guevara

Kaos en la red 1 y 2

La huelga en la UNAM

Indymedia


Consejeros de la Facultad de Filosofía y Letras

Teatro improvisado

Asamblea del Colegio de Pedagogía


Galería Autónoma


(Autodenominada) Asamblea FFyL

lunes, 17 de enero de 2011

"Eliminacionismo"

El 9 de enero, el New York Times publicó una artículo de Paul Krugman titulado "Clima de odio", en el cual el columnista examina el aspecto político de la balacera en Arizona. Quiero reproducir el siguiente fragmento:
"El punto es que, en una democracia, hay lugar para la gente que ridiculiza y denuncia a aquellos con quienes no está de acuerdo; pero no hay lugar, en absoluto, para la retórica eliminacionista, para la sugerencia de que aquellos que están del otro lado del debate deben ser eliminados de ese debate por cualquier medio".

Si no me equivoco, los okupas han utilizado argumentos semejantes para acusarnos a los que estamos de este lado del debate de hacer uso de la "retórica eliminacionista" de la que habla el Nobel de economía. Por supuesto, el hecho innegable de que hay una evidente diferencia entre un debate y un auditorio, debería ser suficiente para cerrar la discución. Pero como no sucede así, creo que es necesario elaborar el punto.

La cosa me parece clara: de donde los queremos retirar es del auditorio; pero hay que apuntar que no aceptamos que esto se complete con la macabra frase "por cualquier medio". En absoluto: aún en el caso de que se tenga que utilizar la fuerza pública, el asunto se tiene que resolver de acuerdo a las leyes del país y a los reglamentos de la UNAM. Primero, porque de este lado nadie está a favor de entrarle a la cultura gansteril; y segundo, porque nos queda claro que cualquier irregularidad va a ser utilizada como pretexto para que se reanude la ocupación (y aún así, ya sabemos que tendremos que soportar los alegatos de mil y una "irregularidades" imaginadas).

En cuanto a lo que se refiere a eliminar rivales -ahora sí- de un debate, hay algunas cosas que aclarar. Por una parte, vuelve a haber una diferencia entre el hecho de que una persona se niegue a debatir sus ideas en una situación específica (en una "asambleaffyl", por ejemplo), y el caso de que esa persona llegue con una ametralladora a la reunión, o exija que se arreste a los cabecillas del movimiento y se les ejecute en plaza pública. Lo primero no es más que el ejercicio de un derecho individual, mientras que lo segundo se llama "cacería de brujas", deporte que, tengo entendido, fue muy popular en Salem.

Por otra parte, si por un milagro fuera posible que Narro cumpliera su palabra, y se abriera un verdader debate como parte de un proceso serio de recuperación (o intento de) del auditorio y de los demás espacios ilegalmente ocupados, nadie de este lado esperaría menos que ver que se presentara la comisión correspondiente en representación de los del otro lado. Pero aquí hay un "asegún" que nada tiene de "eliminacionista": cuando se trata de resolver controversias como la presente, en el debate hay lugar para quienes sean capaces de aceptar la posibilidad de perderlo, y no lo hay, de ninguna manera, para aquellos que van con la consigna de encontrar un foro más para exhibir sus irreductibles posiciones. De nueva cuenta, no se trata de pedir que los dejen fríos donde los encuentren; nomás es decir que no queremos que pierdan su tiempo y nos hagan perder el nuestro.

Y ahora sí, espero que hayamos quedado claros: por lo menos de este lado, nadie está proponiendo el "genocidio de la okupa". Lo que queremos es terminar con el despojo; por lo demás, lo que hagan los aktivistas con sus vidas, dentro o fuera de la UNAM, no podría importarme menos.

jueves, 6 de enero de 2011

Su(b)premacía

Hace unos días estuve leyendo varias mafufadas supremacistas (gringas en su mayoría); luego de lo cual, y mientras hacía esfuerzos por digerir el repugnante revoltijo (esta navidad, por culpa de los acaparadores, no tuve otro), ocurrióseme una conclusión que quisiera reutilizar en este espacio, para los fines que le son propios.

La conclusión es muy sencilla y, creo, evidente (tal vez, también trivial): que hay ciertos grupos de radicales inconformes (que ni a "libres" llegan), para los cuales, objetivos tales como "cambiar al mundo" o "derribar al capitalismo" valen mucho, mucho menos que seguir fabricando "razones" que les permitan seguir sintiendo chido sintiéndose chidos.

Y la característica que más pronto los delata (y que tiene una señalada "okupacionalidad") es lo "programático" de su pensamiento. A primera vista, uno podría pensar que el hecho de poseer la voluntad y la capacidad de "formular un programa de acción", indica que un determinado movimiento "va en serio". Sin embargo, la cosa se ve muy diferente si esos "programas" tienen el siguiente aspecto: "nuestro objetivo inmediatísimo es devolverle la universidad al pueblo; pero, primero, tenemos que publicar un manifiesto para ganarnos su apoyo; nomás que, antes, hay que conseguir un comedor subsidiado y copias a precios populares; lo cual significa que, ahorita, lo que procede es llamar a una asamblea democrática; y, para eso, es indispensable realizar una consulta universal; mas, obviamente, no hay manera de proceder si no empezamos por botear para obtener los fondos necesarios para encender este churro que tengo en la mano, nomás que el secretario de apropiaciones todavía está en el baño, y entonces..."

Y así nos podríamos seguir hasta que se cumplan, o las predicciones mayas, o las profecías bíblicas.

Y hay una notable diferencia entre "buscar el diálogo", por el puro gusto de "volverte a ver" (a ti, mi indispensable opositor, a quien tanto desprecio, pero que me haces tanta falta para sentirme bien acá), y querer sentarse a debatir, con un buen fajo de resultados a la mano.

La semejanza entre la Raza Super Blanca y los super-okupas es pasmosa: les encanta informale al mundo que son "superiores"; pero nada les desagrada tanto como tener que demostrarlo, en el terreno de los hechos.

Y esto me parece por demás comprensible: es su "mentira vital" -otra de mis chundas teorías-; es decir, es la auto-convicción de la cual depende su "razón de existir" (lo cual, en definitiva, no es sino ese pequeño empujón que todos necesitamos para no entrar en estado de coma existencial).

Todos tenemos, en mi opinión, nuestra "mentira vital" (o varias); nomás que en algunos casos ésta se manifiesta en un deseo incontrolable por marear a todo el mundo con choros interminables, y en una capacidad infinita para entorpecer la marcha de todo; y, en otros, simplemente es el atisbo de algo que quizás podríamos describir como un objetivo personal. Algo que, de tan íntimo, es absurdo pensar que podríamos imponerle a alguien más; y que sólo es útil y cabalmente comprensible para uno mismo.

El problema está en querer convertir en absoluto aquello que sólo puede ser parcial y relativo: mi "razón de vivir", mi "lucha", mi "mentira vital". Y es obvio -por lo menos, para mí- que el auditorio y el discurso de denuncia juegan un papel de gran importancia en la vida de los okupantes del Che, así como en las de muchos de sus simpatizantes. Y lo mismo se puede decir de la infatigable labor ideologizante de los supremacizos. Pero para ninguno de estos grupos son etapas de la construcción de nada, ni siquiera "preámbulos" para la acción. Más bien, son como la "labor" del lector ocioso que se entretiene escoliando cualquier texto, por el puro placer de sentir que le puede decir sus verdades al autor y ja ja ja. Y así puede pasarse diez años o cien, glosando sus lecturas, incapaz de escribir un libro con su "ingenio".

Por eso yo veo en el Che un monumento viviente (en el sentido en que se puede decir que está "vivo" un paciente comatoso), a la mediocridad supremacista.