miércoles, 16 de noviembre de 2011

La forma pura

Mañana, a las 10 y media, en la Sala Nezahualcóyotl, tendrá lugar la segunda "rectorización" del doctor (léase, "médico general") José Narro. Por ahí nos enteramos que el señor se ocupó de invitar personalmente a todos los que en la UNAM suponen y significan a que adornen (y avalen) con su presencia el magno evento.

Como yo creo que el cinismo no ha llegado a tales extremos, no pienso que vaya a aparecer ningún líder de la okupa ni asambleroffyl reconocido (o reconocible) en las filas de asientos reservados para los convocados selectos; sin embargo, me parece que estos grupos deberían de hacer todo lo posible por enviar una comitiva a demostrar con su presencia, aunque sea desde la gayola, el agradecimiento que deben de sentir por la sabia decisión de la Junta de Gobierno, y su justificadísimo aprecio a la persona del (de) nuevo rector. Agradecimiento y aprecio cuyas razones ya hemos comentado en otras notas.

Y como para demostrar que el mundo está hecho de contrastes, mientras la burocracia universitaria mexicana aprueba la administración de Narro, protector de las muestras de indignación popular, en Estados Unidos otros funcionarios, rectores y alcaldes entre ellos, han empezado a desalojar a sus ocupas de los espacios públicos que decidieron convertir, por espacio de dos meses, en dormitorios al aire libre y centros de convenciones gratuitos.

La "gente", de vez en cuando, se organiza y protesta, con distintos grados de justificación. Uno puede entender eso, e incluso aceptarlo como un ejercicio legítimo del derecho a manifestarse, aun sin compartir las opiniones de los quejosos. Sin embargo, uno también tiene derecho a exigir que los "movimientos" acepten que para todo debe haber límites, o que las autoridades le hagan ver tal necesidad a quienes no les quepa en la cabeza la diferencia entre lo público y lo privado.

Volviendo a la matiné universitaria, me preocupa el hecho de que el momento culminante del evento será, por supuesto, la toma de protesta, ritual a través del cual el rector se compromete, entre otras cosas, a respetar y hacer respetar el reglamento universitario. El problema está en que Narro ya había hecho el compromiso hace cuatro años y, a pesar de eso, el Auditorio Justo Sierra sigue estando ocupado, lo mismo que una infinidad de salones y cubículos, dentro y fuera de Ciudad Universitaria, y los universitarios seguimos siendo víctimas de los caprichos de los activistas, que no pierden oportunidad de decretar paros con pretextos que van desde apoyar a la guerra contra la guerra contra el narco hasta velar el cadáver de un balaceado ¡en las instalaciones de la Facultad de Filosofía y Letras! -distinción que, por cierto, no exigieron ni siquiera para su oráculo Miguel Ángel Granados Chapa-.

Así pues, ¿qué razón tenemos para esperar que, 'ora sí, Narro va a tomar en serio el juramento? De por sí, en mi opinión, fue una afrenta reelegir a un sujeto que demostró el poco valor que para él tienen compromisos públicos y reglamentos vigentes, ¿y todavía tenemos que aceptar que la institución se gaste un dineral para organizarle la farsa una vez más? ¿No bastaba con regresarle las llaves de la oficina, y asunto resuelto?

Por lo visto, en México nada tiene más valor político que la protesta hueca y la forma vacía. Eso sí llena auditorios.

2 comentarios:

un pasante dijo...

Mas bien van a haber mas fotos del él en todo tipo de eventos, al fin y al cabo es en lo que distinguió su periodo....

Anónimo dijo...

Mas bien van a haber mas fotos del él en todo tipo de eventos, al fin y al cabo es en lo que distinguió su periodo....