viernes, 30 de diciembre de 2011

¿Y dónde está el problema?

Ése mismo espectro invocado por Marx y Engels (algo así como el dúo Lennon/MacCartney de la izquierda histórica) en el primer párrafo del Manifiesto Comunista (de 1848, imagínese usted) sigue perturbando el sueño de quienes habitan el Auditorio Che Guevara, como lo prueban las mantas, pintas, volantes y mensajes emitidos a través de bocinas que le dan al local su inconfundible carácter "progre", y a través de los cuales los okupas alertan al mundo, en todos los tonos posibles, de la amenaza permanente: El Capitalismo.

Si usted, estimado lector, todavía no ha saltado por la ventana ante la mención de tan terrible villano, o se ha escondido debajo de la mesa a esperar que pase el peligro, le pediremos que nos regale un poco de su valioso tiempo -unos minutos nada más, en lo que el ponche agarra cuerpo- para compartir con usted las siguientes reflexiones.

Es nuestra opinión que el capitalismo es a las sociedades lo que una glaciación es a la geografía del planeta: el resultado inevitable de la suma de un montón de circunstancias que se dan simple y sencillamente porque, como dicen las abuelas, así es como son las cosas. De lo cual se sigue que, siendo razonables, el capitalismo, antes que un "problema", es, más bien, una situación, una realidad, un estado de cosas.

En todo caso, el verdadero problema es encontrar la manera (o maneras) de vivir con la mayor decencia posible en esa situación; lo mismo que nuestros lejanos antepasados tuvieron que aprender el fino arte de confeccionar elegantes abrigos de pieles en lo que el mundo seguía siendo una inmensa pista de patinaje.

Por supuesto, somos perfectamente conscientes de que la okupa no tardará ni diez segundos en acusarnos de hacer una "apología del capitalismo"; pero nada puede estar más lejos de la verdad. Nosotros, como cualquier persona con dos dedos de frente, somos capaces de percatarnos de que, siguiendo con nuestra analogía, el suelo congelado no es la superficie más cómoda para dormir; sin embargo, como hemos venido diciendo, también entendemos que cuando a la Madre Naturaleza le da la real gana colocar medio planeta en el congelador, ni la más detallada relación de agravios conseguirá elevar la temperatura global ni medio grado Celsius.

Y es que la cuestión aquí, hablando ahora sí del capitalismo, es que ni la industrialización, ni la economía de mercado, ni el odiado imperialismo son "decretos" de ninguna moralmente deficiente camarilla de contrahechos potentados: el capitalismo, si es posible decir que es una decisión dependiente de una voluntad, lo es en el sentido de una elección colectiva y la responsabilidad es grupal; es una "determinación" que millones de personas han -mejor dicho, "hemos"- "tomado", y que ha acabado por adoptar la forma que ahora reconocemos en virtud de la acción conjunta de incontables eventos de todo tipo, muchos de ellos -tal vez, incluso, la mayoría- muy conscientes.

Así las cosas, nos parece más adecuado pensar en el capitalismo como una suerte de equilibrio (económico, espiritual, político o lo que a cada quien le parezca más "infraestructural") al que tienden, de manera por demás natural, las "fuerzas sociales" creadas por los seres humanos que pueblan este planeta y viven en esta dimensión.

Ahora bien, así como no existe método climatológico que pueda garantizar que algún día terminará el "paraíso tropical" que se avecina, tampoco hay -hasta donde sabemos- ninguna teoría que haya probado, fuera de toda duda, que el "concierto capitalista" no es de la clase de música que llegó para quedarse.

Todos sabemos que las cosas humanas cambian, y algo hemos aprendido de cómo provocar dichos cambios, pero, si somos sinceros, tenemos que admitir que somos particularmente ineptos en lo referente a dirigir los procesos de cambio (conocidos como "revoluciones" entre los habituales de la peña) y predecir el exacto lugar adonde todo va a acabar.

"Hacer la historia", creemos, es una confección que requiere una buena cantidad de adaptabilidad, y que se sazona con originalidad... y, sobre todo, con cuidado. Es por eso -entre otras cosas- que nos oponemos a los opositores de tiempo completo que viven en el Che y a sus automatizados seguidores: por tratar de hacer pasar por viable lo que sólo sería posible si (si estudiar no costara dinero, si tener dinero no costara trabajo, "si yo fuera mujer", si los elefantes tuvieran alas y escamas rosas, etcétera).

Finalmente, si se nos perdona el exabrupto sentimental, en el mundo, tal cual es, hay mucho espacio para sembrar una buena semilla y esperar que dé mejores frutos, sin necesidad de enterrarse uno mismo en la vieja trinchera, absurda, anacrónica, inútil. Y el Che es una trinchera, una herida abierta en un lugar en el que la vida creadora necesita cada palmo de tierra.

Y ahora sí, querido lector, que disfrute usted su ponche, junto con su bien ganado descanso, y que tenga un próspero año nuevo.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

La forma pura

Mañana, a las 10 y media, en la Sala Nezahualcóyotl, tendrá lugar la segunda "rectorización" del doctor (léase, "médico general") José Narro. Por ahí nos enteramos que el señor se ocupó de invitar personalmente a todos los que en la UNAM suponen y significan a que adornen (y avalen) con su presencia el magno evento.

Como yo creo que el cinismo no ha llegado a tales extremos, no pienso que vaya a aparecer ningún líder de la okupa ni asambleroffyl reconocido (o reconocible) en las filas de asientos reservados para los convocados selectos; sin embargo, me parece que estos grupos deberían de hacer todo lo posible por enviar una comitiva a demostrar con su presencia, aunque sea desde la gayola, el agradecimiento que deben de sentir por la sabia decisión de la Junta de Gobierno, y su justificadísimo aprecio a la persona del (de) nuevo rector. Agradecimiento y aprecio cuyas razones ya hemos comentado en otras notas.

Y como para demostrar que el mundo está hecho de contrastes, mientras la burocracia universitaria mexicana aprueba la administración de Narro, protector de las muestras de indignación popular, en Estados Unidos otros funcionarios, rectores y alcaldes entre ellos, han empezado a desalojar a sus ocupas de los espacios públicos que decidieron convertir, por espacio de dos meses, en dormitorios al aire libre y centros de convenciones gratuitos.

La "gente", de vez en cuando, se organiza y protesta, con distintos grados de justificación. Uno puede entender eso, e incluso aceptarlo como un ejercicio legítimo del derecho a manifestarse, aun sin compartir las opiniones de los quejosos. Sin embargo, uno también tiene derecho a exigir que los "movimientos" acepten que para todo debe haber límites, o que las autoridades le hagan ver tal necesidad a quienes no les quepa en la cabeza la diferencia entre lo público y lo privado.

Volviendo a la matiné universitaria, me preocupa el hecho de que el momento culminante del evento será, por supuesto, la toma de protesta, ritual a través del cual el rector se compromete, entre otras cosas, a respetar y hacer respetar el reglamento universitario. El problema está en que Narro ya había hecho el compromiso hace cuatro años y, a pesar de eso, el Auditorio Justo Sierra sigue estando ocupado, lo mismo que una infinidad de salones y cubículos, dentro y fuera de Ciudad Universitaria, y los universitarios seguimos siendo víctimas de los caprichos de los activistas, que no pierden oportunidad de decretar paros con pretextos que van desde apoyar a la guerra contra la guerra contra el narco hasta velar el cadáver de un balaceado ¡en las instalaciones de la Facultad de Filosofía y Letras! -distinción que, por cierto, no exigieron ni siquiera para su oráculo Miguel Ángel Granados Chapa-.

Así pues, ¿qué razón tenemos para esperar que, 'ora sí, Narro va a tomar en serio el juramento? De por sí, en mi opinión, fue una afrenta reelegir a un sujeto que demostró el poco valor que para él tienen compromisos públicos y reglamentos vigentes, ¿y todavía tenemos que aceptar que la institución se gaste un dineral para organizarle la farsa una vez más? ¿No bastaba con regresarle las llaves de la oficina, y asunto resuelto?

Por lo visto, en México nada tiene más valor político que la protesta hueca y la forma vacía. Eso sí llena auditorios.

viernes, 11 de noviembre de 2011

¡Tenemos (el mismo) rector!

La blanca columna de humo ha emergido de las profundidades de la Torre de Rectoría, y el cónclave universitario, después de encomendarse a la providencia progresista que vela por los destinos de nuestra máxima casa de estudios, estudiosos y estudiantes, se ha apresurado a pregonar la sorprendente noticia: Narro salió electo, otra vez. Aleluya.

Hermanos: no cuestionemos la decisión, porque es impío pedirle cuentas a la providencia, e inútil oponerse a sus designios inescrutables. Antes, agradezcamos -si somos okupas- que, al menos durante cuatro años más, tendremos un techo sobre nuestras cabezas, y los medios para retribuirle a la sociedad la educación que nos ha dado -gratuita, es cierto, pero que, por burguesa, consecuentes rechazamos-, en forma de guisados de romeritos sin camarones a precios populares; y si somos "asamblerosffyl", roguemos por que el humo de nuestros carrujos -sacrificio de calmante aroma- inunde los recintos sacros del rector, como señal de la inviolabilidad del pacto que ha hecho con los representantes del pueblo que nadie ha elegido (milagro de milagros), en virtud del cual seremos libres, mientras dure su administración, de la tiranía del reglamento universitario y del código penal.

Pero, antes que nadie, si somos trabajadores sindicalizados, entreguemos con fervor nuestros votos para inmovilizar en estática contemplación a nuestro Lider Charro, ungido del Mesías de nombre impronunciable (en asambleas públicas), Candidato Eterno.

Oremos: "Hágase en Ciudad Universitaria -más llena de reliquias que Roma- nuestra sagrada voluntad, y cúmplase la ley, sin faltar un pelo, en los bueyes de mi compadre". Dice la sabiduría popular que "nadie es profeta en su tierra", y por eso, a partir de hoy, Narro Rector será el encargado de salir, una vez más, a catequizar gentiles en todo el país, y allende sus fronteras (por cuenta de la universidad), mientras cada uno de nosotros se ocupa de sus propios asuntos, en santa, justa y digna paz.

Amén.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Se solicita Rector

En próximas fechas se llevará a cabo el proceso de reelección para el cargo de Rector de nuestra casa de estudios. En varias publicaciones periódicas (por ejemplo aquí) se ha criticado la gestión del actual rector de la UNAM, José Narro Robles. No es el objetivo de la entrada de este blog desmenuzar todo lo cuestionable o también los aciertos del actual rector.


Sin embargo es un punto de vista compartido por varios de los que cooperan en este sitio web que un cambio en la manera en que se relaciona la Rectoría con la universidad es muy necesario, siendo que parece (así es, parece, al menos a partir de las múltiples apariciones públicas de José Narro) que nuestro actual rector está mucho más ocupado en opinar sobre temas de la actualidad nacional (seguridad, educación, política) que interesado en realizar los cambios radicales que la institución necesita.


De este modo, nos tomamos la libertad (con permiso del involucrado) de exponer resumidamente cinco puntos que amablemente Camilo Ayala Ochoa compartió con nosotros, como parte de un extenso programa que él preparó para postularse como candidato al cargo de Rector de la UNAM. Cabe señalar que la Junta de Gobierno de la UNAM "no encontró razones" para nombrarlo entre los cuatro candidatos.


Es una lástima, aquí los cinco puntos:


1. Reducción al mínimo del gasto administrativo, nada de gastos personales y mayores recursos a la docencia. Para dar un ejemplo de austeridad renunciaría al salario de rector.  

2. Total transparencia administrativa. Por ejemplo, los concursos de oposición serían públicos y habría auditorías externas. 

3. Permitir la certificación de las actividades universitarias. No es posible que se tenga miedo al examen de Enlace.  

4. Mayor vinculación entre la sociedad y la investigación. Se crearía una oficina dedicada al estudio de necesidades sociales que abrirían líneas de investigación. 

5. Recuperación de espacios tomados por estudiantes, grupos externos a la UNAM y partidos políticos, tales como el auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras.

viernes, 12 de agosto de 2011

Una opinión acerca del estado de la cuestión

De ser el auditorio universitario por antonomasia, espacio arquitectónico perfectamente diseñado para llevar a cabo las actividades culturales y académicas propias de esta clase de instalaciones, reconocido incluso a nivel internacional, como elemento integral de un conjunto inscrito en el Patrimonio Cultural de la Humanidad de la Unesco, el Justo Sierra ha acabado por convertirse en un "guiñol" atiborrado de astrosas marionetas, y en un teatro de sombras, cuyos protagonistas son tan insustanciales como sus ideas y propuestas.

Muchas veces hemos debatido y especulado en este espacio acerca de la identidad de las manos que, invisibles, controlan los hilos que mueven al Che, y proyectan su voluntad sobre sus muros pintarrajeados y en la mentalidad de sus ocupantes y defensores. Es verdad que nunca hemos llegado a un verdadero consenso al respecto; pero hay algunos nombres que destacan por la frecuencia con la que aparecen en nuestras discusiones, como es el caso del hiper-politizado sindicato de trabajadores de la UNAM, o el ala pejista del PRD.

Por supuesto, el sigilo con el que conducen sus "asuntos" estas organizaciones, y la tradicional opacidad de la política universitaria, hacen difícil -si no es que imposible- llegar a determinar con exactitud el grado de complicidad de nuestros sospechosos; pero una cosa es cierta: sin el apoyo de estas corporaciones -y algunos otros actores políticos aliados a ellas- sería imposible explicar la permanencia del despojo.

Claro que los "okupas" siempre han proclamado tanto su independencia material como su autonomía ideológica. No hay nada extraño en ello, al fin y al cabo, se dice que no hay marioneta que no se resista a ser considerada un mero instrumento en manos de una voluntad "superior". Los signos visibles de la actividad de la "okupa", sin embargo, nos hablan de tales grados de apatía, desorganización y esterilidad imaginativa, que sólo la más prejuiciada de las perspectivas podría verlos como el verdadero sostén de su "movimiento".

Con todo, si reflexionamos un poco, aunque estratégicamente quizás fuera útil poder señalar, con pruebas materiales, el origen de sus recursos y la identidad de quienes "tiran la línea", el desconocimiento de estos datos no obstaculiza, en lo más mínimo, nuestra capacidad para presentar un alegato perfectamente argumentado a favor 1) de la recuperación inmediata, no sólo de las instalaciones del Auditorio, sino de todos los espacios ilegalmente enajenados de la UNAM, en sus diversos planteles; y 2) de que se tomen las medidas institucionales necesarias para prevenir futuras privatizaciones.

En esencia, las acciones de la "okupa" no cuentan con ningún respaldo jurídico o reconocimiento institucional que las legitime, fuera de alguna clase de vago principio consuetudinario que yo dudo mucho pueda tener algún valor probatorio. Y aun esto último puede ser desestimado en automático, habida cuenta que los perpetradores han declarado, en múltiples ocasiones, no estar dispuestos a seguir ninguna clase de procedimiento legal para adquirir la legítima -me disculpo por la redundancia- posesión del espacio que han invadido.

En cambio, es sorprendente -por desacostumbrado- el vigor con el cual aprovechan cualquier oportunidad para llevar la discusión al terreno de lo ideológico. Pero esa es otra táctica que tampoco tiene efectividad alguna; en primer lugar, porque la carencia de rigor argumentativo que caracteriza su discurso convierte cualquier intento de debate en un "diálogo mural" (es decir, un ejercicio discusitivo tan constructivo como el "diálogo" que se puede sostener con los ladrillos de una pared). Y, en segundo lugar, porque ellos se han encargado de neutralizar cualquier posibilidad de solución consensuada, al dejar, unilateralmente, fuera de la discusión su "derecho" a hacer lo que se les dé la gana.

Finalmente, quedaría por estimar el verdadero nivel de "aprobación popular" con el que cuenta la "okupa"; mas ésa es otra incógnita imposible de despejar, tomando en cuenta el superlativo grado de resistencia con el que se topa cualquier opinión que no concuerde con el discurso "liberal" -más bien, izquierdófilo y populista- que ha acabado por ser la postura oficial de la UNAM, gracias a gestiones como la del presente rector.

Así las cosas, no queda, en mi opinión, más que seguir insistiendo que esa "anomalía" llamada Auditorio Che Guevara es la prueba de que en la UNAM prima un estado de excepción que dista mucho de ese deseable estado de derecho que tanto dice anhelar la izquierda mexicana, y cuya preservación, al interior de la Universidad, es la obligación de nuestras autoridades.

Y con esa determinación, el tiempo y un ganchito, acabaremos por recuperar para la UNAM lo que, por derecho y justicia -entendida de la manera más constructiva posible-, siempre le ha pertenecido.

viernes, 5 de agosto de 2011

¿Dónde estás que no te veo?

Pregunta la "asambleaffyl", en su artículo de denuncia más reciente: "¿En dónde queda la educación pública y gratuita?", como si de verdad fuera tan difícil localizarla. Tratemos de ayudar a estos desorientados supuestos estudiantes: esa señora por la que tanto se preocupan, hace muchos años que tiene residencia permanente en todas las universidades públicas mexicanas.


Ahí está, y realmente no hay ninguna necesidad de histerizarse pensando que está próximo el día en que la "derecha" va a desalojarla de los recintos que le son propios. Recintos donde a ningún ciudadano se le excluye por razones extra académicas (de ahí lo público de su carácter) y donde, en casos como el de la UNAM, a ningún estudiante inscrito se le cobra un peso por tomar clases (y ya más gratuito que eso creo que no se puede); o, si algo se cobra, son colegiaturas tan inferiores al costo real de los servicios educativos ofrecidos, que hay que ser de a tiro muy "contreras" para no aceptar que se trata de cuotas más bien simbólicas.


Además, si tomamos en cuenta que no hay ley vigente que estipule que la educación universitaria debe ser gratuita en México, entonces hay que aceptar que ese compromiso totalmente voluntario de nuestras instituciones de educación superior por facilitar lo más posible el acceso a sus aulas coloca la aprehensión izquierdista por la "inminente" privatización de la UNAM -por poner un caso- en el mismo rango de probabilidad en que se encuentran las "predicciones mayas".


En resumen, no hace falta buscar mucho para hallar la educación pública y gratuita, y mucho menos se requiere perder el tiempo organizando al pueblo estudiantil para defender un "bastión" que nadie está interesado en reducir a cenizas. En mi opinión, todo este aparato de "resistencia" tiene tanto sentido como pedirle al Congreso que autorice la compra de un portaviones nuclear para proteger el Fuerte de San Juan de Ulúa.

Sin embargo, hay algunos aspectos educativos, de la mayor importancia cuando hablamos de estudios superiores, que no aparecen por ningún lado en la prédica asambleísta. Eso sí, las demandas de todo tipo de "derechos" abundan en sus discursos; "derechos" que, por cierto, suelen referirse a cuestiones materiales (comida barata, copias baratísimas, cubículos gratuitos para sentarse a resolver los problemas mundiales) que, si algo garantizan, es la mayor comodidad de la vida estudiantil; mas nada, absolutamente nada, se propone para asegurar que los cuantiosos recursos públicos que reciben nuestras universidades se traduzcan en resultados académicos de alto nivel.

Ahora bien, si lo pensamos un poquito, a un estudiante universitario consciente no le importa llegar al final de su carrera con el entrañable recuerdo de haber pasado cuatro o cinco años comiendo caliente y viendo cine de arte en un auditorio "liberado", sino salir de la escuela -lo antes posible- contando con el respaldo de una institución seria y reputada, y con la seguridad de que sus denodados esfuerzos intelectuales serán recompensados con un trabajo decente dentro de su campo o una beca decorosa que le permita continuar sus estudios.

Yo soy de los que sostienen la opinión de que, en el mundo académico, pasa con la reputación de la institución como con el dinero, que no comprará la felicidad, pero cómo ayuda. Y lo que hace la reputación de una universidad son cosas como el nivel de aprovechamiento de sus alumnos, la competencia (y competitividad) de sus maestros, la relevancia de sus publicaciones, el eficiente manejo de sus recursos -medido de acuerdo con su capacidad para cumplir con sus objetivos académicos-, y una actividad cultural constante y de calidad.

Es en relación con todo esto que, creo, deberíamos estarnos preguntando dónde queda la educación pública y gratuita, la cual, insisto, no se ha ido ni se irá a ningún lado, como le consta a cualquiera que tenga ojos en la frente. ¿Y cuáles son las respuestas de okupas y asambleros? El culto a la ideología del desayuno escolar y el apoyo a la sobrepoblación de la matrícula.

Para mí que la protesta universitaria adolece de dos graves problemas: ni sabe para qué sirven las buenas universidades, ni tiene la menor idea de cómo funcionan. Más otro, todavía peor: tampoco le interesa saberlo.

jueves, 4 de agosto de 2011

Érase una vez... concierto en el auditorio Justo Sierra

El pasado 6 de julio el tenor mexicano Francisco Araiza fue reconocido con la Medalla de Oro de Bellas Artes que es el máximo galardón que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes. Es difícil para las personas que no estamos inmersos en el ámbito de la música poder apreciar como es debido el mérito y gran trayectoria de artistas como Francisco Araiza.

Francisco Araiza ha participado en conciertos por todo el mundo y es considerado uno de los mejores tenores mozartianos.  En una columna de la revista Proceso, el crítico Mauricio Rábago Palafox escribió:

Lo realizado por Araiza durante los 40 años que lleva ya su carrera es un prodigio en muchos sentidos. Por principio de cuentas tuvo la pericia de saber conjuntar a un grupo de gente que creyó en él y lo apoyó: los maestros Luis Berber, Erika Kubascek e Irma González, el periodista Ricardo Rondón y Carlos Díaz Dupond, hombre muy vinculado a la ópera, y entonces trabajó muy pero muy duro y sin hacer caso de los que opinaban que era imposible lo que trataba de hacer.
 Este importante artista mexicano debutó ni más ni menos que en el Auditorio Justo Sierra de la Facultad de Filosofía y Letras, el 2 de octubre de 1970 interpretando el papel de prisionero en la Ópera Fidelio. Curioso que entre la comunidad universitaria estas cosas se tiendan a olvidar. Hoy luce muy difícil que el auditorio se presenten artistas de esta talla, consagrados; vaya, luce casi imposible que se presenten incluso aquellos que comienzan su carrera. Apenas hace unos meses el célebre Joan Manuel Serrat se presentó en la Facultad de Química en el marco del 95 aniversario de esta institución. Serrat no olvidó su presentación 40 años atrás en CU, también en el Justo Sierra.

Por supuesto, en aquel entonces, cuando Serrat se presentaba en el Justo Sierra y Araiza debutaba en el mismo recinto, no existía la sala Nezahualcóyotl y la sede para la filarmónica de la UNAM era el Justo Sierra. Hoy la sala Neza es el escenario ideal para presentaciones de este calibre, pero esto no inhabilitaba en principio al auditorio de la FFyL para acercar a los universitarios que estudian alrededor del "paseo de las facultades" a importantes eventos artísticos.

Dirán los ocupantes y sus defensores que ahora el escenario es más que un "simple entretenimiento", que ahora ahí se gestan importantes movimientos sociales. Sinceramente soy muy miope y lo único que veo es a un grupo de vagos que han tomado por vivienda y changarro al auditorio (por no mencionar las drogas y el hotel de paso) y un grupo de estudiantes que piensan que con leer los mismos panfletos por medio de los micrófonos de radio-okupación y con pasar el tiempo haciendo mantas y carteles van a cambiar la realidad.

La próxima vez pondré algo acerca de lo que ganamos con el "Che" cuando perdimos al Justo Sierra. A continuación tenemos a Francisco Araiza interpretando Recontida armonia de Puccini:



Y también la famosa y bella Nessun dorma, también de Puccini:



Reportajes que hablan de la medalla otorgada a Araiza:
Recibe el tenor Francisco Araiza la Medalla de Oro de Bellas Artes


domingo, 31 de julio de 2011

Derechos sin ley es fuerza sin principios

Partiendo del discurso de la okupa, por una parte, y de los incontables petitorios del asambleísmo local, por la otra, una cosa que me queda clara es que todos los "colectivos" afiliados a estos movimientos proponen que, una vez que un individuo es aceptado como alumno de la UNAM, dicha institución está obligada a garantizarle al estudiante el goce de un nutrido número de "derechos".

"Educación gratuita", por ejemplo, es el nombre de uno de ellos; pero hay muchos más, como el "derecho" a tener acceso a un "comedor subsidiado" (operado -no entiendo muy bien por qué causa- por personal sindicalizado, exclusivamente), a contar con el servicio de una biblioteca de primera y la posibilidad de sacar copias baratísimas.

A decir verdad, yo también soy de la opinión de que hay cosas que la UNAM está obligada a darle a sus estudiantes; específicamente, instalaciones y servicios absolutamente indispensables para que se lleven a cabo, en las mejores circunstancias posibles, las labores académicas que son la razón de la existencia de una institución como la nuestra.

Por supuesto, también me queda claro que hay una gran diferencia entre lo que yo considero esencial y lo que exigen personas como las integrantes de la "asambleaffyl"; sin embargo, lo que quiero que entiendan esas personas es que, a la hora de luchar por los derechos de cada quien, no hay ninguna razón que ampare esa idea que tienen de ser lo únicos justificados para demandar o sentirse agraviados. Ninguna razón en absoluto, permítaseme recalcar; si es que pretendemos sostener el principio de que, en este país, no debe haber ciudadanos con privilegios políticos o jurídicos.

Y sucede que yo, igual que ellos, tengo una demanda institucional, tan urgente y argumentable como cualquiera que ellos puedan presentar: lo que yo exijo, como miembro activo de la comunidad de la Facultad de Filosofía y Letras, es que la UNAM recupere el control de todos y cada uno de los espacios ilegalmente enajenados dentro de sus instalaciones.

Yo, como cualquier otro universitario, tengo derecho a reclamar que se respete, y se haga respetar, el carácter público de las instalaciones universitarias, entendido desde el punto de vista estrictamente jurídico. Así mismo, tengo derecho a exigir que se desestime, por improcedente, cualquier consideración ideológica; pues es evidente que la administración de los recursos públicos que conforman la totalidad del patrimonio universitario es competencia exclusiva de los órganos legalmente constituidos para tal efecto.

Por supuesto, yo no le niego a nadie ni el derecho a sostener una opinión contraria a la mía, ni a proceder legalmente para imponer su interpretación de los reglamentos; y aquí es donde salta a la vista una de las principales diferencias entre nosotros: ellos sí están dispuestos a coartar la libertad de todos los que no comulgamos con sus ideas. En primer lugar, despojándonos, por la fuerza, de las instalaciones en cuestión; y, después, arrogándose una representatividad espuria, basada en la caprichosa fabricación de "órganos" (como la mentada "asableaffyl") de nula legitimidad y muy cuestionable -por decir lo menos- respetabilidad.

Por último, quiero hacer mención de otra demanda nuestra que jamás ha sido contemplada por los apólogos de la enajenación: el derecho de todo estudiante universitario a recibir una formación profesional de la más alta calidad. Y la razón de que este objetivo no entre en sus consideración estratégicas es muy simple: que tiene que ver con demandas -como el aumento del salario de los profesores, o la asignación de plazas a través de mecanismos transparentes y auténticamente académicos- que nada tienen que ver con la preservación de sus privilegios.

El asunto, creo yo, es en realidad muy simple: cuando se pretende discutir derechos fuera del marco de las leyes, lo único que puede esperarse es que sea la fuerza bruta el "argumento" que acabará por decidir el debate. Y esto es algo que la okupa jamás va a reconocer; pero bien que lo sabe.

jueves, 28 de julio de 2011

Bienvenida a la Facultad de Filosofía y Letras: UNAM Generación 2012

El nuevo ciclo escolar comenzará muy pronto en la Universidad Nacional. En Filosofía y Letras comenzamos con un estreno: el del Edificio Adolfo Sánchez Vázquez, el anexo de la Facultad que aún no he podido visitar, pero que entrará en funciones para satisfacer la alta demanda de espacio que exige el elevado número de miembros de la comunidad de Filosofía y Letras.

El nuevo edificio que toma el nombre del recién fallecido profesor emérito se hizo necesario con el paso de los años debido al incremento de la matrícula estudiantil en una Facultad cuyas instalaciones con más de 50 años de antigüedad ya no son suficientes.

A propósito de ello, nuestra Facultad se caracteriza por mantener un espacio de una enorme extensión en manos de algunos grupos y colectivos ajenos a la Universidad. El espacio en cuestión es el Auditorio Justo Sierra, conocido popularmente con el nombre "Che Guevara". El auditorio sigue siendo, en teoría, el más grande del campus. Sin embargo este mes de septiembre cumplirá 11 años de no estar al servicio de la comunidad.



Por supuesto, sus ocupantes dirán que sus puertas están abiertas a todo el mundo. A lo que me refiero con que ya no presta sus servicios a la comunidad es que, a diferencia de lo que ustedes podrán constatar con sus conocidos que estudian en Ingeniería, Medicina, Arquitectura, Ciencias, u otras facultades, nuestro Auditorio no tiene una oferta cultural dependiente de Difusión Cultural UNAM o académica coordinada por la Secretaría de Extensión Académica de Filosofía y Letras; sino sólo los proyectos que organizan sus actuales dueños.

Por supuesto que esto no parece muy grave, pues los esporádicos talleres, las defectuosas proyecciones de cine por sólo $5 y el comedor vegetariano de los ocupantes del Che, como todo buen negocio, abre las puertas a sus clientes.

Así que, nuevo estudiante de Filosofía y Letras, no esperes escuchar buenos conciertos en tu nueva facultad, pero no te preocupes, los hay en Ingeniería y en Química. No esperes grandes puestas teatrales, pues los compañeros de la licenciatura en Literatura Dramática y Teatro no pueden invitar a mucha gente a sus pequeños teatros-aula, por la carencia de un gran escenario, pero no te preocupes quizás alcances a entrar a una atiborrada pequeña sala en alguna ocasión, o tal vez te animes a visitar el bello teatro de la Facultad de Arquitectura. No esperes proyecciones cinematográficas en una enorme sala de cine como las que antaño existieron y de las que quizás te hayan hablado tus padres, al menos no en la facultad. Pero no te preocupes, nuestro Cineclub Manuel González Casanova se las arregla para conseguir las salas A y B y el Salón de Actos, no tan espectaculares como una sala real de cine, pero algo es mejor que nada. O también puedes usar dos rutas de Puma-Bus o una taxi para ir a los cines del Centro Cultural Universitario.

Si esperas acudir a una conferencia magistral de alguno de nuestros eméritos, o de alguna figura reconocida en el mundo de las humanidades como las que ya nos han visitado en varias ocasiones, tendrás que estar dispuesto a llegar con mucha anticipación al Aula Magna que con todo y ser magna, se quedaría muy corta para figuras a las que mejor se opta por llevar a auditorios de mayor capacidad, como la última vez que Saramago, por poner un ejemplo, visitó la UNAM.

Pero no te preocupes, la ausencia de las instalaciones del auditorio y aledañas pueden suplirse o pasarse por alto, como ha sido durante los últimos 10 años, oferta cultural hay en otras facultades y Filosofía y Letras ya cuenta con un anexo.

Si sientes curiosidad por lo que alguna vez fue el auditorio Justo Sierra puedes preguntar a tus profesores sobre lo que se hacía allí. Pues somos muchas generaciones que lo hemos conocido tal y como está hoy: en coma.

sábado, 2 de julio de 2011

Restless Farewell

No nos dieron siquiera tiempo para despedirnos del querido y habitual punto de reunión, quienes se "okuparon" de que nos clausuraran el chiringuito facebookero; ni menos, claro está, chance de recoger los triques, apuntar algunos teléfonos (con pluma y en la palma de la mano, clásico) y dejar pegada con Diurex la cartulina de rigor -"Chavos: nos vemos mañana en los alambres. Avísenle a la flaca"-.
Por supuesto, son chingaderas. Por supuesto; pero, no se crean, queridos censores, que les voy a echar en cara ni la mitad de las mariconadas que han hecho. Si la mezquindad de su infantil criterio les impide entender las reglas elementales con que se defiende una idea y se rebate la crítica, yo no tengo ganas ni paciencia para intentar explicárselas.
Más temprano que tarde, en el mismo espacio, o en cualquier otro, montaremos de nuevo nuestro tinglado. Y si sucede que la gente vuelve a prestar atención a nuestros señalamientos, quizás hasta podremos decir que salimos ganando.
Sin embargo, en cuanto a nivel de relevancia, ese "salir ganando" es algo totalmente secundario; pues, al menos para mí, y en vista de la obvia diferencia de poder político y de recursos entre ustedes y nosotros, lo importante es contribuir a levantar y mantener una red de canales de comunicación al servicio de la crítica pensante, antidogmática, y que de verdad se pueda llamar "universitaria", sin demagogia ni pose.
Supongo que están esperando que les discuta su "gol"; pero yo tampoco tengo la intención de hacerlo: me queda claro que se marcaron su "tanto", pues lo que se ve no se juzga, como dice el dicho. Aún así, yo no creo que tengan mucho qué celebrar, habida cuenta que el face de Auditorio Justo Sierra, con todo y sus mil y pico de "amigos", nunca fue más que una pequeña parte de esa red de la que he hablado, y a cualquiera que haya seguido la actividad de nuestra extinta cuenta, le queda claro que no son escasos los blogs, las columnas periodísticas y otros sitios electrónicos donde se analiza y comenta, cotidianamente, la nociva actividad de la seudoizquierda universitaria.
Y esos espacios -como este blog desde donde ahora escribo- no se han ido a ningún lado, ni se han visto perturbados, en lo más mínimo, por la desaparición de nuestro face.
No voy a ocultar -ni veo por qué habría de hacerlo- que a mí sí me ha dolido, y mucho, la puñalada trapera que nos han asestado, por todos los esfuerzos que se han perdido, sí, pero todavía más porque lo ocurrido me demuestra que cada vez hay menos puntos de contacto entre quienes creemos que la razón es la mejor herramienta para hacer frente a los inevitables problemas y conflictos de la realidad, y quienes creen que el "progreso" es un valor tan absoluto que se vale imponerlo a punta de fregadazos y a base de vergonzosos pactos en lo oscurito.
En este mundo en el que lo que impera es la mutabilidad, que una iniciativa llegue a su final no es nada extraño, y ése es mi pequeño anti-consuelo; al fin y cabo, para allá vamos todos y todo -nomás vean lo que le pasó a la "revolución permanente"-.
"Con el tiempo y un ganchito" -que diría Pedro Infante-, volverá, tal vez, nuestro andante "Auditorio" a sus virtuales caballerías. Ahora que, por otro lado, tal vez los paladines del progreso y la paz con justicia social confirmarán mañana, con nuestro silencio, si no la justeza de sus argumentos, al menos, la eficacia de sus artimañas.
Pero eso todavía está por verse... Y yo no les aconsejaría ser tan confiados.

viernes, 27 de mayo de 2011

C.C. José Narro, rector

PRESENTE
Mañana termina el semestre escolar en la Facultad de Filosofía y Letras, y pronto se dará incio al periodo vacacional. ¿No le parece, señor Narro, que es un buen momento para dejar de "estudiar el problema" de la ocupación ilegal del Auditorio Justo Sierra, y resolverlo?
De universitario a universitario, guardando las distancias que lo separan a usted, con sus títulos, distinciones y cargo presente, de un pasante como yo, quiero decirle que, si me indigna el despojo perpetrado por los individuos instalados en los espacios ocupados de mi facultad, más me irrita la indiferencia con que su administración observa los hechos.
A juzgar por la plétora de declaraciones suyas que la prensa nacional ha publicado, puedo imaginar que su inclinación política lo ha llevado a considerar que es indeseable proceder a desalojar, por medio de la fuerza, a los secuestradores (o "activistas sociales", como me parece que usted prefiere llamarlos). Por otra parte, también he llegado a especular que, de acuerdo con la experiencia que usted ha adquirido durante su larga carrera política, quizás considera riesgozo proceder como sería obligado que lo hiciera, de acuerdo con las leyes del país y de la propia normativa universitaria.
En ese caso, señor mío, quiero pedirle que demuestre su valor civil, y redacte un comunicado oficial en el cual haga explícita su determinación de permitir que el despojo continúe, junto con sus razones para tomar tal decisión.
Tal vez a usted le parezca que pido demasiado. Por mi parte, creo tener muchos argumentos para probarle que eso es muchísimo menos de lo que, con estricta justicia, tiene derecho a exigirle cualquier ciudadano.
Suele usted decir que hace falta un cambio de mentalidad para superar los numerosos problemas que aquejan al país; y yo estoy totalmente de acuerdo. Para empezar, necesitamos convertirnos en una sociedad habituada a cuestionar a sus funcionarios públicos, y a no aceptar evasivas por respuesta.
Y yo no le pido más que decir públicamente lo que está dispuesto a hacer y lo que no, en relación con el conflicto universitario que se desarrolla a pocos metros de su oficina.
Si quiere usted demostrar algo -más allá del discurso-, ésta es una excelente oportunidad.

sábado, 16 de abril de 2011

Mejor, pidamos que nos pongan donde de verdad no hay, a ver si aprendemos

Es cierto, los estudiantes de la UNAM (todavía) no tenemos (o tuvimos) que sufrir algunas de las pesadillas que plagan el sueño y la vigilia de estudiantes en otras latitudes. Cosas como, por ejemplo, los usurarios préstamos universitarios que, en los Estados Unidos, encadenan a jóvenes y padres de familia a pagar, durante años, mensualidades de espanto.

No por nada los gringos se la pasan importando profesionistas de otros países.

Por otro lado, en nuestro templado y feraz país, ningún estudiante, por "proletario" que sea, se ve obligado a enfrentarse a nevadas polares para llegar a sus clases, ni a "balancear" sus comidas con tres tristes verduritas.

Y no, señores okupas y asambleros, no estoy diciendo que vivimos en Jauja, ni que acá se amarran los perros con el proverbial chorizo. Lo único que afirmo -con cierta razón que me da la experiencia- es que, acá, la vida no ha tratado tan mal a los estudiantes.

Y hay otra consideración: la UNAM es una universidad de primera. OK, puede ser que estemos en el lugar no-sé-cuántos en la escala mundial de no-sé-quién; pero a mí no me cuentan en esto: el individuo que tiene la capacidad y la voluntad suficientes sale de estas aulas preparado, en la disciplina que quieran, para medirse con los mejores especialistas de aquí, allá o acullá.

Entonces, ¿a dónde voy con todo esto? Es muy simple: a que, si queremos verlo así, en la guerra, el mejor soldado es el que sabe sacarle el mayor partido posible a lo que tiene.

(Y la súbita aparición del lenguaje militar en este texto obedece a un motivo muy intencional: es el "idioma" que -supuestamente- entiende mejor la "comunidad progresista" universitaria).

Dicho con otras palabras, no hay mejor manera de garantizar el fracaso en cualquier "campaña" que desperdiciar los recursos que se tienen. Y yo me atrevería a afirmar que no hay, en todo el orbe, un país y una universidad cuyos abundantísimos recursos sean más estúpidamente dilapidados que en los nuestros.

Pondré el mejor ejemplo que se me ocurre de lo que digo: el comedor vegetariano y la cafetería que mantienen al "auditorio" Che Guevara de nuestra facultad.

Ahí, la situación es ésta: por el precio de una poco nutritiva "comida corrida", o de un cafesito, el irresponsable universitario "consciente" no está, por supuesto, compensándole a la UNAM el gasto de agua, luz y otros recursos ilegalmente acaparados por los "kolectivos". Y eso es desperdiciar. Pero hay algo peor: cada peso entregado a los culpables del despojo, es un apoyo material que prolonga la "vida inútil" de instalaciones vitales para el funcionamiento de nuestra facultad, una escuela responsable de buena parte de la excelente reputación de la UNAM.

Y lo que resulta de lo anterior es la evidente, paradójica y jodida conclusión de que hay un buen número de universitarios que, básicamente, le paga a una organización criminal para 1) entorpecer las actvidades académicas de la institución, 2) dificultar la convivecia y 3) malgastar recursos públicos. Y todo, ante la mirada indiferente de las autoridades.

Consideremos un ejemplo más: periódicamente, los llamados "exámenes tutelares" que se aplican en el posgrado de Ciencias Biomédicas -programa que, en su momento, se anunció como el experimento académico más avanzado de la UNAM-, ponen de manifiesto la pésima formación básica de la mayoría de los alumnos que, por ignotas razones, llegan a esos niveles de especialización. Y a pesar de la evidencia, ninguna autoridad ha dispuesto que se reestructuren los planes de estudio y los mecanismos de control de calidad en el área de ciencias médicas, con el objetivo de justificar el presupuesto que ejerce el instituto.

En resumidas cuentas, es por este tipo de cosas que, en este espacio, seguimos insistiendo que la comunidad universitaria debe adquirir la honestidad suficiente para reconocer que este país y esta universidad tienen muchos recursos, y que pertenecer a ellos tiene sus innegables ventajas. Y que nuestro mayor problema es que, hasta el momento, seguimos pasando de panzazo, cuando bien nos va, la materia de saber administrarnos.

domingo, 3 de abril de 2011

El Plan Universitario de Protección Civil

Iskra ("La Chispa") se llamó un famoso periódico revolucionario, fundado por Lenin, y su lema explicaba el título: "de la chispa nacerá la llama". La elección de esa palabra que, en su aspereza y brevedad, recuerda la acción del pedernal de un encendedor, me parece muy afortunada. Pero esa es una cuestión poética que aquí no viene al caso, lo reconozco. El hecho es que me acordé de este dato leyendo el artículo "Estudian recuperar el auditorio Che Guevara", aparecido en Milenio el 10 de junio de 2009, por aquello que, según la nota, "integrantes de la comunidad universitaria sostienen": "el desalojo también podría ser la 'chispa' que 'incendie' el campus".

Consciente de que aquello que en la prensa se suele denominar "comunidad universitaria" es, en general, el conjunto de individuos relacionados (directa o indirectamente) con la UNAM que simpatizan con la llamada "opción política de izquierda", no me sorprendería descubrir que el vocero de este "sentimiento popular" se hubiera acordado, al momento de confeccionar la metáfora, de sus lecturas de Vladimir Illich.

Por un momento, parecería que nos encontramos frente a una paradoja: ¿desde cuándo la izquierda le tiene miedo a los chispazos y subsecuentes llamaradas revolucionarias? Sin embargo, no hay tal contradicción: lo que sucede es que, como todos sabemos, las cosas han cambiado mucho en el panorama revolucionario -o quizás no tanto, pero eso ya lo veremos-: si no para todos, al menos para muchos izquierdistas mexicanos -sobre todo para aquellos que tienen su cómodo lugarcito asegurado dentro del "sistema" (profesores con chamba, alumnos matriculados y con aspiraciones a un buen puesto sindical, etc.)-, la "sociedad" ya superó la época de las revueltas y el revoltijo; ahora, la revolución debe ser encausada por hombres serenos y de razón -como el rector Narro-, por la vía ¿"institucional"? Ejem... dejémoslo en "ordenada y democrática".

Sin embargo, quizás yo esté, de manera inadvertida, cayendo en un ingenioso juego retórico. Y no es que dude que, en caso de que el "Che" se conviertiera en el epicentro de un terremoto revolucionario de verdad, más de la mitad de la "comunidad universitaria" saldría pitando hacia Europa o los Estados Unidos. Hasta estoy dispuesto a conceder que muchos izquierdistas de campus "detectan" cierta indefinible incongruencia moral y jurídica en las acciones delincuenciales de la okupa y que, por tanto, su "condena" es hasta cierto punto auténtica; pero yo creo que estas personas, cuando aconsejan "privilegira el diálogo" y "negociar, dialogar, convencer a los que están ahí", lo que más les preocupa es salvar la cara.

Si lo pensamos bien, la cuestión, para ellos, no tiene pierde: si alguien va y saca a empujones a los gamberros, y no pasa nada, todo se resuelve bien: la izquierda se libra de unos cuantos impresentables, que ya venían costándole mucho en términos de imagen pública, y se corrige algo que bien que saben que está muy mal; dos pájaros de un tiro. Y si la prensa empieza a gritar "¡represión, represión", ¿qué importa? Al fin y al cabo, ellos siempre estuvieron "a favor del diálogo", y los descalabrados no son su culpa.

Por otra parte, en el remotísimo caso de que la revolución prenda como reguero de pólvora, y no encuentren lugar en el primer vuelo a París o Nueva York, ellos ya compraron su seguro de supervivencia política: un recorte en el periódico que prueba que siempre se opusieron a la violencia institucional.

Es el mejor ejemplo de lo que los gringos llaman a win-win situation, y creo que a todos aquí nos encantaría estar en los finas zapatillas de la "comunidad universitaria", si no fuera por un pequeño detalle: que todo es pura hipocresía.

Me explico: tomar una posición ante este tipo de conflictos es como consumir una comida corrida: hay caldo de verduras o sopa de pasta: una o la otra. En otras palabras, no se vale "condenar" el robo de la okupa, y luego cruzarse lindamente de brazos; porque a eso equivale querer "negociar" (!) y "dialogar", para tratar de "convencer" a quienes, estando "ahí", tienen asegurados casa, comida y sustento. Para acabar, esos mismos que están "ahí" han dicho, muchas veces y en los términos más claros, que no se van a ir a ningún lado, llueva, truene o relampaguee.

Así que dejémonos de pamplinas "condenatorias": o la rectoría le coloca un enorme moño azul y oro al auditorio, y le regala las instalaciones a los haraganes que se las han apropiado, en contra de la razón y del derecho, para no "quemarse"; o manda llamar a la policía, y se compra unos cuantos trajes revestidos de asbesto -por si las dudas-.

¿Que el asunto es "delicado", dice usted, don José? ¿Que no hay manera de actuar sin comprometer la carrera? Hombre, ¡claro que todo eso es cierto! Pero, óigame, ¿acaso creyó usted que la chamba de rector nomás se trata de cortar listones? En ese caso, le pido perdón: usted no es un hipócrita. Lo que es, se dice con una palabra que prefiero no utilizar en este momento.

martes, 22 de marzo de 2011

Activismo atonal

En el cacofónico desconcierto de la vida universitaria, la nota más estridente la produce, diariamente, el instrumento ideológico que tañen, en ocasiones con furor, las más, con indolencia, los okupas, y que se llama "Auditorio Che Guevara".
Dice Carlos Mejía Godoy en "La guitarra y la mujer": "Hay mujeres por docenas, de noche como de día; y no todo el que la suena, le saca la melodía". Algo así se me ocurre decir de los espacios universitarios: pueden servir para muchas cosas, y pueden ser utilizados por muchas clases de personas; pero no da cátedra todo el que pisa un salón.
Los años transcurridos dan testimonio de que los improvisados músicos revolucionarios no han podido aprender el solfa de la autogestión, y su paupérrimo repertorio no ha pasado de las mismas cantaletas de siempre: las rimadas denuncias en contra del "imperialismo", el "capitalismo" y la "represión", compuestas muchos años antes que cualquiera de esos activistas naciera.
Yo me sé varias de esas letras de memoria, y en su momento, y en boca de quienes originalmente las entonaron (como Soledad Bravo, ¡válgame Dios!, ¿quién se acuerda ya de ella?), tuvieron su razón y su mérito.
El problema es que, en palabras de Pablo Milanés, "el tiempo pasa, y nos vamos haciendo viejos". Los hombres, lo mismo que las consignas.
Claro, claro, no tenemos ahora menos problemas sociales; pero recordemos lo dicho por Zitarrosa, en "Diez décimas de saludo al pueblo argentino", a propósito de "los poetas que hacen con torpes recetas canciones estrafalarias" (con el énfasis puesto en "recetas"). Hoy en día, agarrarse de las barbas de Mijaíl Alexandrovich, o echarse un trago puro de Vladímir Illich, no conduce a ningún lugar deseable para nadie.
Es cierto que a los revolucionarios "de antes" nadie les quita lo bailado; pero el mundo tiene ahora otros ritmos, que es necesario aprender.
Y nadie les dice a los okupas y asambleros que no canten "la canción que más quisieran"; pero, en la Universidad, hay que aprender a no interrumpir a los demás, y, en la medida de lo posible, a hacer una "canción con todos".
¿Cómo se consigue eso? ¡Pues con orden, compañeros, con orden! Y no, y mil veces no, eso no significa hacer "vergonzosas concesiones" ni "arriar las banderas" (pucha digo, Manolito dixit); significa, nomás, aceptar, como cualquier individuo que no es "ni más cuerdo ni más loco que cualquier hombre prudente" que el espacio no es infinito, como la quincena no es de goma.
A dónde pretende llegar la okupación, yo no lo sé; pero donde están es un muladar, y eso es inaceptable.
Vergüenza les debería de dar seguir desperdiciando el tiempo de todos, apropiándose de un espacio que no les pertenece, y dando la desafinada nota cada chico rato. Y la dicha de perder el tiempo, ya lo demostró el poeta, y lo cantó José José, puede servir para ganar una apuesta poética; pero es inicua por una buena razón.

jueves, 3 de marzo de 2011

Pro autoridades

Se dice de este sitio y sus colaboradores que son "pro-autoridades".

En las siguientes lineas expondré las razones por las que en efecto soy pro-autoridades.

Primeramente hay que esclarecer un equívoco muy usual en la actualidad: el uso del término "autoridad" como sinónimo de "funcionario". Veremos a continuación que estos términos son distintos entre sí, aunque no contradictorios como algunos sugieren.

Autoridad se llama al prestigio y crédito que se reconoce a una persona o institución por su legitimidad o por su calidad y competencia en alguna materia; un funcionario es sencillamente una persona que desempeña un empleo público.

Es importante notar que la autoridad no se impone, se confiere de forma voluntaria por aquel que reconoce magisterio en otro, y no es un fenómeno extraordinario, en la Universidad sucede día a día cuando los estudiantes confieren respeto y confianza en sus profesores para instruirlos, ha sucedido irremediablemente en todos los escaños de la cultura y es parte fundamental de toda comunidad que busque algún tipo de bien común.

Los conceptos no se identifican, pero tampoco son excluyentes. No es imposible que un funcionario sea una persona sobre la que se confiere autoridad, ni viceversa, que una persona con autoridad en una comunidad pueda llegar a ser funcionario.

La razón por la cual sobre el funcionario se suele poner el epíteto de "autoridad" no es necesariamente un afán impositivo y fascista. Aunque el carácter de "autoridad" es contingente respecto al puesto de funcionario, no es contingente la responsabilidad de la que el funcionario es depositario: Todo funcionario es responsable por el ejercicio que su cargo suponga. Podemos decir que es en virtud del presunto ejercicio de tal responsabilidad que se confiere el epíteto de autoridad al funcionario, y cuando así sucede tiene entonces un doble compromiso qué honrar.

Naturalmente, existe la posibilidad de que el funcionario se crea el equívoco y piense que con el cargo le ha sido conferida autoridad de forma gratuita, y tanto peor, que le ha sido otorgado algún tipo de poder.

Tal posibilidad sólo puede señalarse con el contraste entre responsabilidades y ejercicio de dichas responsabilidades: No se puede juzgar a un funcionario sin antes dejarlo ejercer su cargo, ni imputársele incumplimiento para con responsabilidades que no le corresponden.

Al momento de buscar quién ocupe los cargos con mayores responsabilidades en la Universidad, suelen surgir nombres sobre los que se reviste cierta autoridad; decir si ejercen con responsabilidad su cargo o si son autoridades es una de las responsabilidades de la comunidad, pero habrán de hacerlo con la misma responsabilidad que del funcionario se espera, con argumentos pertinentes y con un espíritu Universitario razonable.

En ese sentido, sí, soy pro autoridades.

Creo que nuestra Universidad y nuestro país necesitan autoridades urgentemente.

jueves, 27 de enero de 2011

Okupas funcionales

Un analfabeta es alguien que no sabe leer ni escribir. Se dice "analfabeta funcional" de una persona que aunque sabe pronunciar y decodificar las palabras escritas, no es capaz de comprenderlas.
Hace algunos meses se popularizó el uso del término "niní" que designa a las personas que "ni estudian, ni trabajan". Hubo incluso una polémica en torno a cuál era el número real de "ninís" en el país. No sé cuál fue el veredicto (ni qué utilidad tendría conocer ese dato), pero me hizo pensar en un problema más complejo: ¿Cuántos"ninís funcionales" hay en el país? Naturalmente, quienes en efecto estudien o trabajen, o ambas están excluídos del conjunto de los ninís funcionales. También quedarían excluídos aquellos que trabajan en serio y tienen que estudiar a medias, o los que estudian y tienen que medio trabajar, pues de hecho cumplir con alguna de las dos funciones hace imposible que se les denomine ninís. Niní funcional será entonces sólo aquel que esté matriculado en una escuela y forme parte de la nómina de alguna institución, pero se las arregle para capotear tanto sus deberes académicos como los laborales. En la Universidad se llega a conocer un buen número de ninís funcionales.

Así como tenemos "okupas" (Individuos que -usando como pretexto algún activismo de moda- explotan las instalaciones universitarias sin reportar beneficio alguno para con alguien más que sí mismos), en la Universidad tenemos la figura del "okupa funcional": Alguien que hace uso de un espacio, ya sea académico o laboral, agotando sus recursos, sin reportar ningún bien a la UNAM.

Entre ninís y okupas funcionales todavía cabe otra distinción: Los que lo son por elección y los que no.

Es muy probable que el niní funcional no sepa que lo es, lo mismo que el okupa funcional podría considerar que sí hace un bien a la Universidad; es posible que el niní funcional como el okupa funcional no encuentren nada de reprobable en simular que cumplen con sus funciones, existe toda una tradición que respalda ese modo de proceder en nuestra sociedad.

Asímismo, es posible que el okupa crea que su activismo es un modo de hacer un cambio significativo en el país, o bien, que sepa que no lo es y no le importe anteponer sus necesidades de vivienda a los intereses de una comunidad universitaria.

Okupas y okupas funcionales pueden ser igualmente nocivos para la Universidad -y el país-, y lo serán tanto como la comunidad se los permita. La diferencia importante es que tanto al niní funcional como al okupa funcional se les puede exigir rendimiento de cuentas: Cumple o no cumple con su función como trabajador, como administrativo, como docente, como estudiante... Si resulta que no cumple debiera liberar el espacio que está ocupando para que pudiera ser utilizado por alguien que sí quiera trabajar.
A los okupas simples no se les puede pedir ni la hora.

Otras voces respecto al Auditorio Justo Sierra

Desde su fundación, este blog ha dispuesto enlaces a los sitios de simpatizanes de la causa Okupa con el objetivo de que nuestros visitantes puedan conocer de primera mano su mensaje y emitan su propio juicio al respecto.
Con el fin de reducir la saturación visual de nuestro blog, en esta entrada consignamos enlaces a los sitios Okupa, pro okupa, pro huelga, AntiUNAM, asambleas y demás relativos al tema que nos concierne.
Si usted considera que en el listado falta uno o varios sitios, deje un comentario y a la brevedad actualizaremos la entrada incluyendo su colaboración.

Auditorio Che Guevara

Kaos en la red 1 y 2

La huelga en la UNAM

Indymedia


Consejeros de la Facultad de Filosofía y Letras

Teatro improvisado

Asamblea del Colegio de Pedagogía


Galería Autónoma


(Autodenominada) Asamblea FFyL

lunes, 17 de enero de 2011

"Eliminacionismo"

El 9 de enero, el New York Times publicó una artículo de Paul Krugman titulado "Clima de odio", en el cual el columnista examina el aspecto político de la balacera en Arizona. Quiero reproducir el siguiente fragmento:
"El punto es que, en una democracia, hay lugar para la gente que ridiculiza y denuncia a aquellos con quienes no está de acuerdo; pero no hay lugar, en absoluto, para la retórica eliminacionista, para la sugerencia de que aquellos que están del otro lado del debate deben ser eliminados de ese debate por cualquier medio".

Si no me equivoco, los okupas han utilizado argumentos semejantes para acusarnos a los que estamos de este lado del debate de hacer uso de la "retórica eliminacionista" de la que habla el Nobel de economía. Por supuesto, el hecho innegable de que hay una evidente diferencia entre un debate y un auditorio, debería ser suficiente para cerrar la discución. Pero como no sucede así, creo que es necesario elaborar el punto.

La cosa me parece clara: de donde los queremos retirar es del auditorio; pero hay que apuntar que no aceptamos que esto se complete con la macabra frase "por cualquier medio". En absoluto: aún en el caso de que se tenga que utilizar la fuerza pública, el asunto se tiene que resolver de acuerdo a las leyes del país y a los reglamentos de la UNAM. Primero, porque de este lado nadie está a favor de entrarle a la cultura gansteril; y segundo, porque nos queda claro que cualquier irregularidad va a ser utilizada como pretexto para que se reanude la ocupación (y aún así, ya sabemos que tendremos que soportar los alegatos de mil y una "irregularidades" imaginadas).

En cuanto a lo que se refiere a eliminar rivales -ahora sí- de un debate, hay algunas cosas que aclarar. Por una parte, vuelve a haber una diferencia entre el hecho de que una persona se niegue a debatir sus ideas en una situación específica (en una "asambleaffyl", por ejemplo), y el caso de que esa persona llegue con una ametralladora a la reunión, o exija que se arreste a los cabecillas del movimiento y se les ejecute en plaza pública. Lo primero no es más que el ejercicio de un derecho individual, mientras que lo segundo se llama "cacería de brujas", deporte que, tengo entendido, fue muy popular en Salem.

Por otra parte, si por un milagro fuera posible que Narro cumpliera su palabra, y se abriera un verdader debate como parte de un proceso serio de recuperación (o intento de) del auditorio y de los demás espacios ilegalmente ocupados, nadie de este lado esperaría menos que ver que se presentara la comisión correspondiente en representación de los del otro lado. Pero aquí hay un "asegún" que nada tiene de "eliminacionista": cuando se trata de resolver controversias como la presente, en el debate hay lugar para quienes sean capaces de aceptar la posibilidad de perderlo, y no lo hay, de ninguna manera, para aquellos que van con la consigna de encontrar un foro más para exhibir sus irreductibles posiciones. De nueva cuenta, no se trata de pedir que los dejen fríos donde los encuentren; nomás es decir que no queremos que pierdan su tiempo y nos hagan perder el nuestro.

Y ahora sí, espero que hayamos quedado claros: por lo menos de este lado, nadie está proponiendo el "genocidio de la okupa". Lo que queremos es terminar con el despojo; por lo demás, lo que hagan los aktivistas con sus vidas, dentro o fuera de la UNAM, no podría importarme menos.

jueves, 6 de enero de 2011

Su(b)premacía

Hace unos días estuve leyendo varias mafufadas supremacistas (gringas en su mayoría); luego de lo cual, y mientras hacía esfuerzos por digerir el repugnante revoltijo (esta navidad, por culpa de los acaparadores, no tuve otro), ocurrióseme una conclusión que quisiera reutilizar en este espacio, para los fines que le son propios.

La conclusión es muy sencilla y, creo, evidente (tal vez, también trivial): que hay ciertos grupos de radicales inconformes (que ni a "libres" llegan), para los cuales, objetivos tales como "cambiar al mundo" o "derribar al capitalismo" valen mucho, mucho menos que seguir fabricando "razones" que les permitan seguir sintiendo chido sintiéndose chidos.

Y la característica que más pronto los delata (y que tiene una señalada "okupacionalidad") es lo "programático" de su pensamiento. A primera vista, uno podría pensar que el hecho de poseer la voluntad y la capacidad de "formular un programa de acción", indica que un determinado movimiento "va en serio". Sin embargo, la cosa se ve muy diferente si esos "programas" tienen el siguiente aspecto: "nuestro objetivo inmediatísimo es devolverle la universidad al pueblo; pero, primero, tenemos que publicar un manifiesto para ganarnos su apoyo; nomás que, antes, hay que conseguir un comedor subsidiado y copias a precios populares; lo cual significa que, ahorita, lo que procede es llamar a una asamblea democrática; y, para eso, es indispensable realizar una consulta universal; mas, obviamente, no hay manera de proceder si no empezamos por botear para obtener los fondos necesarios para encender este churro que tengo en la mano, nomás que el secretario de apropiaciones todavía está en el baño, y entonces..."

Y así nos podríamos seguir hasta que se cumplan, o las predicciones mayas, o las profecías bíblicas.

Y hay una notable diferencia entre "buscar el diálogo", por el puro gusto de "volverte a ver" (a ti, mi indispensable opositor, a quien tanto desprecio, pero que me haces tanta falta para sentirme bien acá), y querer sentarse a debatir, con un buen fajo de resultados a la mano.

La semejanza entre la Raza Super Blanca y los super-okupas es pasmosa: les encanta informale al mundo que son "superiores"; pero nada les desagrada tanto como tener que demostrarlo, en el terreno de los hechos.

Y esto me parece por demás comprensible: es su "mentira vital" -otra de mis chundas teorías-; es decir, es la auto-convicción de la cual depende su "razón de existir" (lo cual, en definitiva, no es sino ese pequeño empujón que todos necesitamos para no entrar en estado de coma existencial).

Todos tenemos, en mi opinión, nuestra "mentira vital" (o varias); nomás que en algunos casos ésta se manifiesta en un deseo incontrolable por marear a todo el mundo con choros interminables, y en una capacidad infinita para entorpecer la marcha de todo; y, en otros, simplemente es el atisbo de algo que quizás podríamos describir como un objetivo personal. Algo que, de tan íntimo, es absurdo pensar que podríamos imponerle a alguien más; y que sólo es útil y cabalmente comprensible para uno mismo.

El problema está en querer convertir en absoluto aquello que sólo puede ser parcial y relativo: mi "razón de vivir", mi "lucha", mi "mentira vital". Y es obvio -por lo menos, para mí- que el auditorio y el discurso de denuncia juegan un papel de gran importancia en la vida de los okupantes del Che, así como en las de muchos de sus simpatizantes. Y lo mismo se puede decir de la infatigable labor ideologizante de los supremacizos. Pero para ninguno de estos grupos son etapas de la construcción de nada, ni siquiera "preámbulos" para la acción. Más bien, son como la "labor" del lector ocioso que se entretiene escoliando cualquier texto, por el puro placer de sentir que le puede decir sus verdades al autor y ja ja ja. Y así puede pasarse diez años o cien, glosando sus lecturas, incapaz de escribir un libro con su "ingenio".

Por eso yo veo en el Che un monumento viviente (en el sentido en que se puede decir que está "vivo" un paciente comatoso), a la mediocridad supremacista.