miércoles, 29 de diciembre de 2010

Feliz año nuevo para el Auditorio

Ya falta poco para que empiecen a sonar las campanadas que anunciarán el inicio de otro año, y este colaborador quiere aprovechar la oportunidad para desearles a todos los participantes del blog y del Face una nueva década llena de satisfacciones.

En lo personal, el año que viene se antoja lleno de interesantes desafíos y buenos prospectos. Pero hay una cosa que me falta: más y mejores razones para esperar que en el 2011 podremos celebrar el fin de la ocupación ilegal de nuestro auditorio.

Diez años, creo yo, son suficientes para demostrar la irracionalidad y la esterilidad de un "proyecto" -por decirle de algún modo- que nunca dio muestras de ser otra cosa que el producto de un acto de vandalismo, y de las ganas de hacer política gandalla de parte de unos cuantos.

Intentar, a estas alturas, justificar la "labor" de la okupa es un ejercicio de ciega terquedad que sólo puede poner de manifiesto la peor de las inercias mentales: "lo que haga la okupa está bien porque son los buenos, aunque no haga nada".

Hay otras muchas victorias que me gustaría ver que los "activistas" intentaran alcanzar: abrir nuevas líneas de investigación, publicar libros, crear serios grupos de estudio... Demostrar, vaya, que tienen suficiente sal en la mollera como para "okupar" a la Universidad -intelectualmente hablando- y convertirla en la punta de lanza ideológica de la nueva revolución global.

Pero, si van a continuar vendiendo cafecitos, artesanías espurias y comida corrida chafa (lo cual equivale a aceptar que, en realidad, no pueden con el paquete), entonces es mejor que devuelvan las instalaciones. Para hacer lo que hacen, hay bastantes cruceros en la ciudad.

Y para los okupas que aun conserven alguna clase de compromiso auténticamente universitario, les deseo que el próximo año les depare muchos éxitos en sus carreras. Y que ojalá puedan entender que yo no deseo que cambien sus ideales, sino que consideren que lo mejor que pueden hacer por ellos no es seguir atrincherados en un cubículo, sino ser parte de una nueva generación de profesionistas, bien preparados para todo, hasta para cambiar al mundo.

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