sábado, 6 de noviembre de 2010

Unos días antes de la asamblea

Afilando sus argumentos -cual puñales-, los delegados estudiantiles esperan -tallando la hoja contra el esmeril de su creciente descontento- el día del "diálogo público" a tres caídas, sin límite de tiempo, con las autoridades. Esperan un combate formidable. La victoria definitiva, esperan.

Risss. Raz.

Quizás deberían escribir un soneto; aunque dudo que tengan tiempo para líricos caprichos literarios, pues los delegados del naciente movimiento seguramente apenas tienen tiempo para hacer todo lo que se requiere para mejorar la calidad de vida de los estudiantes universitarios.

¡Y se requieren tantas cosas para que uno pueda estudiar como dios manda!: comida, libros, copias (pero no cámaras de seguridad). Además, hacen falta mayordomos sindicalizados (graciosa concesión a favor de quienes nacieron para servirnos) que le limpien a uno los excusados, le saquen las copias, le preparen la comida (y se la sirvan) y den servicio en la biblioteca (pero que no le obstaculicen a uno su sagrado derecho de hacer lo que le dé la gana).

-El subjuntivo Credo Revolucionario, al parecer, sólo contiene oraciones medio pasivas y pronombres (o prohombres) no reflexivos-

Por fortuna, los delegados aun no se han percatado de que existe otro mundo de cosas que se necesitan para formar, no sólo a un buen profesionista, sino, en general, un ser humano decente. Cosas como cultura, responsabilidad, capacidad argumentativa, conciencia crítica, nobleza, honorabilidad... Porque, puede ser que uno no nazca "malo"; pero tampoco se hace uno bueno de la noche a la mañana,por ejemplo, cuando es admitido en una escuela de estudios superiores, por obra y gracia del Espíritu Santo.

Y digo que es fortuna, porque, de haberlo descubierto ya, esos pobres delegados estarían hoy al borde de un colapso nervioso, porque no hay amito que pueda mandarle a sus sirvientes, por más numerosos y sindicalizados que sean, que vayan, encuentren y le traigan ninguna de estas cosas.

Sin embargo, dicen los delegados, es necesario empezar por lo básico: "primero, que nos traigan la comida, los libros, las copias y los mayordomos agremiados, y después vemos qué onda con lo demás".

Yo dudo de la racionalidad del orden de sus factores: si le sirvo un plato de huevos rancheros, muy temprano en la mañana, antes de que se vaya a sus clases, a un mal estudiante, ¿puedo confiar en que va a convertirse en un buen alumno, digamos, a eso del mediodía?

Puesto de otra forma, ¿no sería más justo distribuir el subsidio que se pide entre quienes de verdad necesitan ayuda extra para hacer bien su trabajo, que es estudiar?, y ¿no sería más útil hacer del plato de sopa un incentivo para "activar" a todos aquellos alumnos que necesitan un "empujón" para cumplir con sus responsabilidades?

Y es una pena que tantos universitarios vivan convencidos de que es de fascistas hablar de disciplina, orden, responsabilidad. Y es una pena, también, que tantos universitarios vivan convencidos de que la mejor universidad es la que da más y exige menos. Y es una pena que tantos universitarios vivan convencidos de que ser joven -con perdón- es estar condenado (temporalmente, al menos) a ser pendejo.

En todo esto, sin embargo, se equivocan; sobre todo, en lo último: yo he tenido la fortuna de conocer a muchas personas, incluso muy jóvenes (y algunas muy viejas), críticas, inteligentes y discusitivas.

¿"Puros derechistas", dijo usted, señor Delegado? Ja ja ja, se equivoca una vez más: los hay, por si no se había dado cuenta, de todos los colores del arcoiris. Será que escasean en los círculos que usted frecuenta, y por eso tiene ideas tan simplistas a propósito de la naturaleza del hombre.

La complejidad humana, la suma de nuestras impredecibles e irrepetibles individualidades, es un tesoro, un legado que ha sobrevivido a todo: guerras, catástrofes naturales y tiranías de muy variada especie. Y a un sinnúmero de asambleas, también.

Dice el "movimiento" que su objetivo es luchar contra la pobreza, combatir la injusticia, acabar con la desigualdad. En otras palabras, quiere reformar a la humanidad, convertirla en una especie incapaz de crear o causar ninguna de esas cosas. Facilitarle (con un plato de sopa, unas copias y muchos sirvientes) su tránsito hacia ese estado (o Estado) en el cual nadie volverá a "portarse mal". Aunque el hecho es que el hombre amará y odiará, activa y alternativamente, su humanidad hasta el fin de su historia.

Pero el movimiento quiere convencernos de que puede hacer algo al respecto, armado con un puñado de patéticas reformas.

Mas el ser humano no es un producto rediseñable. Lo cual significa, en primer lugar, que tenemos que aprender a aceptar lo que somos y lo que hacemos, sea "feo" o "bonito", sea "malo" o "bueno".

Y, en segundo lugar, que lo único que podemos realmente hacer por nosotros es aprender a explotar mejor las capacidades que tenemos. Una en particular: la conciencia. Debemos crear las condiciones para que cada vez más sujetos puedan percibir y explorar la red que conecta a todos con todo. Una parte de esas condiciones son de naturaleza, digamos, "física" (la torta, los libros, las copias). Pero las hay otras, no menos importantes, de otra clase, como el orden y la disciplina, la exigencia y el compromiso.

El movimiento está pidiendo más facilidades para los estudiantes. Pero las facilidades, en ausencia de orden, disciplina, exigencia y compromiso, no son otra cosa que lujos, caprichos, prebendas.

Y ellos lo saben.

1 comentario:

Judas Iscariote dijo...

¿De verdad lo saben? ¿no será que ya están en un punto en el que ya se creyeron todas sus fantasías?